En el verano de 1947, en pleno inicio de la Guerra Fría, un suceso ocurrido en el desierto de Nuevo México marcó el nacimiento del mito ufológico más famoso del siglo XX. Pero el llamado "Incidente OVNI de Roswell", no puede comprenderse completamente sin conocer su posible relación con el Proyecto Mogul, un programa militar ultrasecreto del Ejército de los Estados Unidos que, para muchos investigadores, es la explicación más plausible a lo que realmente sucedió en Roswell.
Para mantener los globos en vuelo durante largos periodos, se utilizaban materiales novedosos como plásticos resistentes, cintas reflectantes y estructuras ligeras de madera de balsa reforzadas con papel metálico. La información que podían proporcionar estos dispositivos era considerada vital en un momento en que Estados Unidos temía que la Unión Soviética avanzara rápidamente en su carrera armamentística nuclear.
Justo en la misma época, el 8 de julio de 1947, el oficial de prensa de la base aérea de Roswell anunció a los medios que el Ejército había recuperado los restos de un "disco volador" (por entonces se les conocía como discos o platillos volantes debido al incidente de Kenneth Arnold ocurrido un poco antes) en un rancho cercano en el condado de Lincoln (Nuevo México). La noticia se difundió con rapidez y apareció en titulares de todo el país, generando una gran expectación. Sin embargo, apenas un día después, las autoridades militares rectificaron la información y aseguraron que lo hallado correspondía a un globo meteorológico.
Este cambio repentino de versión sembró la semilla de la desconfianza. Para los lugareños que habían visto los restos, los materiales no parecían convencionales, ya que incluían fragmentos metálicos muy ligeros que recuperaban su forma tras ser doblados, vigas con extraños símbolos impresos y reflectores de aspecto desconocido. El secretismo con el que se manejó el asunto no hizo más que alimentar la sospecha de que se ocultaba algo de gran trascendencia.
Durante las décadas posteriores al incidente de Roswell, el silencio y la confusión oficial alimentaron una narrativa alternativa, la cual afirmaba que lo que estaba detrás no tenía que ver con el Proyecto Mogul, sino que realmente se había estrellado una nave extraterrestre, con supuestos cuerpos recuperados entre los restos.En los años setenta y ochenta aparecieron libros, testimonios y documentales que afirmaban que el gobierno había ocultado la recuperación de una nave y cadáveres no humanos. La difusión de documentos supuestamente secretos, como los ligados a la controversia del llamado "Majestic 12" (una supuesta organización secreta gubernamental para la investigación de naves extraterrestres), amplificó la leyenda. Con el tiempo, muchos de esos documentos y revelaciones fueron analizados y desacreditados por inconsistencias formales y pruebas de falsificación.
Ante la presión pública y las solicitudes del Congreso, la Fuerza Aérea reabrió la investigación histórica y publicó dos informes en la década de 1990 (concretamente en 1994 y 1997) en los que concluyó que los restos hallados en el rancho correspondían a un tren de globos del Proyecto Mogul y que los testimonios sobre "cuerpos" podían explicarse por la confusión con las pruebas posteriores de maniquíes y otra información mal recordada por testigos.
Esos informes representaban la explicación oficial más detallada y razonada: Mogul sería la explicación al hallazgo de los materiales "raros" (láminas muy ligeras, cintas reflectantes, estructuras de madera de balsa); mientras que el propio secretismo de un programa de vigilancia militar justificaba la respuesta inicial poco clara por parte de las autoridades.
Teorías oficiales vs. teorías alternativas
A lo largo de los años han circulado varias teorías sobre qué sucedió realmente en Roswell. La primera y, desde el punto de vista de la historiografía y la documentación desclasificada, la más plausible de todas según los investigadores, es la del tren de globos del Proyecto Mogul, que explica tanto la naturaleza de los materiales como la razón del silencio y la rectificación oficial inmediata. Esta hipótesis señala que el error público inicial, no fue tanto un intento de engaño sobre extraterrestres sino más bien una maniobra para proteger la existencia de un programa de inteligencia sensible.
Sin embargo, los análisis forenses de esos documentos, la falta de trazabilidad documental y la identificación de inconsistencias técnicas y de formato, han llevado a que la comunidad académica y buena parte del periodismo de investigación consideren esos papeles como falsificaciones o simplemente desinformación.
Existen además hipótesis alternativas menores que han perdurado en nichos de ufología y en el imaginario popular, desde la idea de que se trataba de un experimento soviético o de tecnología nazi remanente, relacionada probablemente con las futuristas armas Wunderwaffe, hasta teorías que involucran programas secretos de ingeniería inversa. La dificultad para probar esas proposiciones radica en la ausencia de pruebas físicas verificables y en que las explicaciones con menor número de supuestos (globos secretos, errores de memoria, documentos falsos) resisten mejor el escrutinio crítico. En ciencias históricas y forenses, la ausencia de evidencia positiva empírica para una afirmación extraordinaria limita seriamente su aceptación
Un elemento psicológico y sociológico importante que explica la fuerza del mito, es la combinación de mala comunicación institucional, el paso del tiempo y la forma en que la memoria humana reconstruye eventos. Testimonios recopilados varias décadas después tienden a mezclar hechos o a reinterpretarlos a la luz de narrativas previas. A esto se suman fenómenos sociales, como la cultura popular, el cine y la prensa, que han amplificado y popularizado una versión fantástica que funciona como mito moderno.
Por otra parte, en los últimos años, el enfoque del Gobierno de Estados Unidos hacia los fenómenos aéreos no identificados (ahora llamados UAP) ha evolucionado considerablemente. La creación de oficinas como la All-domain Anomaly Resolution Office (AARO), así como la publicación de informes históricos y catálogos oficiales, han aportado una mayor transparencia documental y un reconocimiento institucional de que muchas observaciones siguen sin resolverse por falta de datos de calidad.
El volumen de incidentes informados y clasificados por las agencias militares es hoy en día considerable. Desde 2022, AARO y otros organismos han recibido cientos de reportes (el número público ha superado los varios centenares en investigaciones oficiales), muchos de los cuales terminaron siendo identificados como globos, aves, drones, artefactos de sensores o fenómenos naturales, y una porción quedó sin resolver por insuficiencia de datos.
Si se evalúa el caso de Roswell con criterios historiográficos y científicos, la explicación del Proyecto Mogul reúne argumentos objetivamente consistentes y plausibles: coincidencia temporal, tipo de materiales, pruebas documentales desclasificadas y la lógica de proteger un programa de vigilancia sensible en plena Guerra Fría. Además, numerosos documentos y análisis críticos han mostrado fraudes, falsificaciones o errores en fuentes que apoyaban las versiones más radicales.
Para muchos investigadores del caso, la popularidad del incidente de Roswell fue simplemente el choque entre la necesidad de mantener en secreto un rudimentario programa de vigilancia (Proyecto Mogul) y una sociedad ansiosa por respuestas simples y extraordinarias. Las investigaciones oficiales modernas han aportado más contexto y descartado, hasta la fecha, la hipótesis de recuperaciones de tecnología extraterrestre; sin embargo, la fascinación popular y la nueva institucionalización de la investigación de estos fenómenos UAP, garantizan que Roswell siga siendo un caso de estudio central sobre cómo las sociedades gestionan lo desconocido, el secreto y la evidencia.
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