Históricos pecios hundidos que han sido encontrados

El ser humano siempre ha sentido una gran fascinación por el mar y la inmensidad de los océanos, motivo por el que se ha lanzado a su exploración desde tiempos tan remotos como la prehistoria, utilizando para ello todo tipo de embarcaciones e instrumentos rudimentarios, que fueron evolucionando con el tiempo.  

Desde grandes navegantes de la Antigüedad como los fenicios, los romanos o los griegos, pasando posteriormente por los vikingos o unos siglos más tarde con España, Portugal o Inglaterra durante la denominada Era de los Descubrimientos, la historia de la humanidad está inevitablemente ligada a la navegación marítima.

Y si hay un factor común que han sufrido todas las culturas y civilizaciones que han surcado los mares a lo largo de los siglos, son los naufragios. Ya sea por accidentes, errores humanos, catastróficos fenómenos meteorológicos, batallas o la piratería, en el fondo de los océanos de todo el planeta existe una cantidad ingente de pecios hundidos como resultado de alguna catástrofe marítima, muchos de ellos albergando aún fabulosos tesoros en su interior. 

Según las estimaciones de Naciones Unidas, hay aproximadamente 3 millones de pecios hundidos en los fondos marinos y la mayoría de ellos aún no han sido descubiertos. El estado de muchos de estos pecios, particularmente los mas antiguos, es tan deplorable que son ya difícilmente identificables debido a la erosión y el paso del tiempo. 

Pero la exploración submarina de las últimas décadas nos ha proporcionado también espectaculares imágenes de históricos pecios hundidos en diferentes épocas, desde impresionantes galeones del siglo XVII a buques de guerra de la Segunda Guerra Mundial o fotografías del que seguramente sea el pecio más famoso de todos, el RMS Titanic

Pecio de Dokós (2.200 a. C.)

Se cree que el naufragio de Dokos es el pecio más antiguo encontrado hasta la fecha. A juzgar por el cargamento que transportaba, se estima que el pecio data de entre el 2.200 a. C. al 2.700 a. C. Fue descubierto por Peter Throckmorton en 1975 a una profundidad de quince a treinta metros cerca de la isla griega de Dokos, y posteriormente fue excavado por el Instituto Helénico de Arqueología Marítima entre 1989 y 1992. 

El cargamento de cerámica del famoso naufragio de Dokós incluía tazas, jarrones, ánforas, jarras, salseras y otros artículos del hogar, presumiblemente para comerciar a lo largo de la costa y las islas. Es interesante observar que, tanto las cerámicas como las salseras, provienen de hasta siete regiones diferentes de Grecia, y todas ellas se sitúan en una época tan temprana como el período minoico. Además de la gran cantidad de cerámica recuperada, este histórico pecio también contenía lingotes de plomo para el comercio. 

Ánforas halladas junto al pecio de Dokós

Pecio de Dokós


Barco fenicio Mazarrón 2 (siglo VII a. C.)

Este barco fenicio tiene 8 metros de largo y más de 2.500 años de antigüedad. Renombrado como Mazarrón 2, fue descubierto en el año 1995 por unos arqueólogos españoles a 60 metros de la playa de la Isla de Mazarrón, en Murcia, al sureste de España. Entre su carga, este antiguo barco fenicio llevaba lingotes de mineral de plomo, un ancla, un ánfora y diversos objetos hechos de esparto. 

El pecio Mazarrón 2 tiene una importancia fundamental para la arqueología, ya que se trata de una pieza única de ingeniería marítima antigua que permite a los investigadores entender mejor cómo era la vida de los fenicios en el Mar Mediterráneo y su relación con la Península Ibérica. 

Pecio Fenicio en Mazarrón


Mary Rose (1545)

El Mary Rose fue uno de los buques de guerra más rápidos y fuertemente armados de la flota inglesa durante el siglo XVI. Se hundió en 1545 mientras lideraba el ataque a una flota de invasión francesa en el puerto de Portsmouth. Las causas de su hundimiento siguen siendo hoy en día motivo de debate entre los historiadores, si bien la teoría mayormente aceptada es que su naufragio se debió a la excesiva sobrecarga de soldados, armas y municiones. De los 400 tripulantes y soldados a bordo, menos de 40 personas consiguieron escapar debido a que el barco se llenó rápidamente de agua y se hundió en muy poco tiempo.

Los restos del naufragio fueron redescubiertos en 1971 por un equipo de buzos. Durante los siguientes diez años se realizaron trabajos para sacar el barco del fondo marino, participando en las labores más de 500 buzos voluntarios. En 1982 el buque de guerra británico fue sacado a la superficie y desde 1986 se exhibe gran parte del casco original del barco en el Museo Mary Rose, en los astilleros de la ciudad de Portsmouth, Reino Unido.

Los extraordinarios hallazgos que se encontraron en su interior abarcan más de 28.000 artefactos, incluyendo armas de mano, herramientas, cañones y armaduras, y artículos personales como monedas, ropa y cartas que detallan la vida durante la era Tudor inglesa. Los restos humanos hallados en el pecio del naufragio indican que muchos de sus tripulantes habían sufrido desnutrición infantil, mientras que los miembros de la tripulación mostraban signos de artritis y fracturas óseas.

Pecio Mary Rose


Vasa (1628)

Botado en 1628, el histórico galeón Vasa se convirtió en uno de los buques de guerra más poderosos del mundo y en el barco insignia de la Armada sueca. Sin embargo, en su viaje inaugural, apenas había recorrido una milla cuando fue golpeado súbitamente por una racha de viento tan fuerte que volcó el barco, hundiéndose frente a la multitud que se había reunido en la costa para vitorear su partida.

Los restos del poderoso Vasa fueron redescubiertos en el puerto de Estocolmo en la década de 1950 y fueron trasladados finalmente a un dique seco tras un extenso trabajo. Desde 1990, los restos del naufragio se exhiben en Estocolmo. Sorprendentemente, gran parte de su casco y muchos detalles en madera siguen intactos después de siglos sumergido. Una teoría al respecto sostiene que el buen estado de conservación se debe probablemente a que el agua contaminada del puerto impide que sobrevivan los microorganismos que comen madera.

Pecio hundido galeón Vasa

El buque de guerra Vasa tras su reconstrucción


Nuestra Señora de las Mercedes (1804)

La fragata Nuestra Señora de las Mercedes era un barco de la Armada española que cubría habitualmente la ruta comercial entre España y sus territorios en América. El 5 de octubre de 1804, cuando el barco español se encontraba cerca de las costas de Cádiz, fue atacado por una escuadra inglesa, a pesar de que en esos momentos había establecido un acuerdo de paz entre ambas potencias. 

Dos siglos después, la empresa Odyssey Marine Exploration anunció en 2007 que había descubierto un pecio hundido en la zona del Golfo de Cádiz, del que extrajo más de 500.000 monedas de oro y plata. La empresa estadounidense dio originalmente el nombre de "Black Swan Project" (Proyecto Cisne Negro) al rescate, alegando que el pecio correspondía con el barco británico Sussex, hundido en la misma zona en 1694. 

El Gobierno de España rápidamente sospechó que se trataba de un buque español y emprendió una batalla legal ante los tribunales de Tampa (Estados Unidos). En 2012, los tribunales estadounidenses dieron la razón a España y comenzó la devolución del cargamento, entre los que se encontraban cerca de medio millón de monedas de oro y plata, principalmente Reales de a Ocho y escudos de la época de Carlos IV, así como barras de cobre y estaño y dos cañones de bronce. Nuestra Señora de las Mercedes es, hasta la fecha, el mayor tesoro marino descubierto en la historia

Tesoro de monedas encontrado en Nuestra Señora de las Mercedes

Uno de los cañones de la Fragata Nuestra Señora de las Mercedes


RMS Titanic (1912)

El Titanic es sin duda uno de los barcos más famosos y lujosos de todos los tiempos. Cuando se construyó a principios del siglo XX, costó el equivalente a 180 millones de dólares en la actualidad y se consideraba “insumergible”. Sin embargo, después de chocar contra un iceberg en la noche del 14 de abril de 1912, en el casco del barco se abrieron varias vías de agua y el Titanic comenzó a hundirse rápidamente. La terrible combinación de una falta de protocolo de emergencia y un número reducido de botes salvavidas provocó finalmente la muerte de 1.517 personas.

En 1985, los restos del Titanic fueron descubiertos a una profundidad de 3.800 metros bajo el agua y a 600 kilómetros al sureste de la costa de Newfoundland (Canadá). Además de tomare varias impresionantes fotografías del pecio del Titanic, en el lugar se recuperaron numerosos tesoros de la bodega de carga de los pasajeros de primera clase, junto con otros objetos fascinantes.

Aunque algunas empresas han propuesto planes para sacar el barco a la superficie, los restos son increíblemente frágiles debido a que están siendo destruidos por bacterias que se alimentan de hierro. Los científicos sugieren que dentro de los próximos 100 años los restos prácticamente habrán desaparecido. Hoy en día, los restos del Titanic están protegidos por la convención de la UNESCO.

Fotografía del pecio del Titanic

Fotografía de los restos hundidos del Titanic


Endurance (1915)

El Endurance fue un buque rompehielos que se hundió en 1915 aplastado por el hielo durante la Expedición Imperial Transantártica, el intento de Ernest Shackleton de convertirse en la primera persona en cruzar la Antártida. 

A pesar de la catástrofe, todos la tripulación sobrevivió gracias a los heroicos esfuerzos de Shackleton. En marzo de 2022 se descubrieron los restos del naufragio a 3.000 metros de profundidad, en el lecho marino del Mar de Weddell. El pecio del Endurance se encuentra además en un buen estado de conservación y se espera que se pueda estudiar en detalle durante los próximos años.

Pecio barco Endurance

Restos naufragio Endurance


HMHS Britannic (1916)

Perteneciente a la clase Olympic, este gigantesco barco de la compañía White Star Line era el barco gemelo del RMS Titanic junto al RMS Olympic. Fue construido para ser un transatlántico de pasajeros; sin embargo, funcionó como barco hospital desde 1915 hasta que finalmente se hundió en noviembre de 1916.

Entró en servicio antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial y fue diseñado cuidadosamente, implementando en su construcción las lecciones aprendidas del hundimiento del Titanic para hacerlo más seguro y cómodo. El 21 de noviembre de 1916 fue sacudido por una explosión provocada por una mina naval de la Armada alemana. El incidente tuvo lugar cerca de la isla griega de Kea, en el mar Egeo. El barco se hundió aproximadamente una hora después y mató a 30 personas. 

El Britannic fue el barco más grande que se hundió durante la Primera Guerra Mundial. De las 1.066 personas que iban a bordo en el momento del naufragio, 1.036 sobrevivieron y fueron rescatadas del agua y de los botes salvavidas. En 1975 se localizaron los restos del naufragio por el explorador francés Jacques Cousteau, y fue explorado posteriormente en 1976. Fue localizado a 5,16 km al noroeste de Coresia (Grecia) y reposa a una profundidad de 120 metros. Es considerado un cementerio de guerra y, por tanto, su exploración es limitada aunque accesible por buzos profesionales.

Pecio HMHS Britannic

Fotografía pecio hundido Britannic


Bismarck (1941)

El acorazado Bismarck, nombrado así en honor del canciller Otto von Bismarck, fue construido para la Kriegsmarine de la Alemania nazi y botado en 1939, aunque los trabajos en el barco no se completarían hasta 1940, después de lo cual se unió a la flota alemana. El Bismarck y su gemelo Tirpitz fueron los acorazados más grandes jamás construidos por Alemania, y dos de los barcos más grandes construidos por una potencia europea en ese momento.

Sin embargo, el Bismarck acabaría en el fondo del Atlántico Norte solo un año después, el 27 de mayo de 1941. En mayo de 1941, el Bismarck participó en una batalla con el HMS Hood y el HMS Prince of Wales de la Royal Navy británica. Finalmente, el Bismarck hundió el Hood con su potencia de fuego, pero sufrió daños y se retiró a Francia para ser reparado. 

La Royal Navy estaba decidida a hundir el buque insignia de la armada alemana, de manera que persiguió al acorazado lanzando una operación de búsqueda masiva. Después de unos días, el Bismarck fue localizado y atacado por 15 torpederos del portaaviones HMS Ark Royal. El barco fue alcanzado y su mecanismo de gobierno quedó inoperable. A la mañana siguiente, dos buques de guerra británicos y dos cruceros pesados ​​atacaron al Bismarck, hundiendo finalmente el acorazado y llevándose consigo a la mayor parte de su tripulación en el naufragio.

El pecio del Bismarck fue descubierto el 8 de junio de 1989 por Robert Ballard, el oceanógrafo responsable del hallazgo del Titanic. El Bismarck descansa casi íntegro a una profundidad aproximada de 4.791 metros, a unos 650 km al oeste de Brest, Francia. Tras hundirse, se acabó posando en la ladera de un volcán submarino no activo llamado Pourcupine, donde actualmente descansan los restos de este histórico acorazado.

Fotografías del pecio hundido del Bismarck


USS Yorktown (1942)

El USS Yorktown fue un portaaviones de la Armada estadounidense que operó durante la Segunda Guerra Mundial. Lleva el nombre de la Batalla de Yorktown de 1781 y se puso en servicio en 1937. Fue el barco líder de su clase y participó en muchas batallas importantes, como la Batalla de Midway y la Batalla del Mar de Filipinas.

El Yorktown hundió dos portaaviones japoneses durante la guerra, pero el 4 de junio de 1942, durante la batalla de Midway, quedó inutilizado por un avión japonés. Perdió energía y comenzaron los esfuerzos de rescate. Cuando estaba siendo remolcado a puerto, en la tarde del 6 de junio, el I-168, un submarino japonés disparó numerosos torpedos, de los cuales dos de ellos impactaron en el Yorktown, mientras que el tercer torpedo alcanzó el USS Hammann, un destructor de la Marina de los EE. UU. que proporcionaba energía auxiliar a Yorktown.

Cuando la situación se volvió irreversible, el equipo de reparación evacuó el Yorktown, que finalmente se hundió el 7 de junio de 1942. En mayo de 1998 el pecio del USS Yorktown fue hallado y fotografiado por el oceanógrafo Robert Ballard. Los restos en una sola pieza sobre su quilla, sumergidos a 5.168 metros de profundidad, se encuentran en un estado de conservación sorprendentemente bueno

Pecio del portaaviones hundido USS Yorktown

Restos del portaaviones USS Yorktown

La catástrofe del Möhnesee, el bombardeo británico de la presa del Ruhr durante la Segunda Guerra Mundial

Entre el 16 y el 17 de mayo de 1943, Gran Bretaña iniciaba la denominada "Operación Chastise", un ataque de la Fuerza Aérea británica (RAF) contra varias presas situadas en el valle del Ruhr.

La catástrofe del Möhne, la presa tras el bombardeo
En plena Segunda Guerra Mundial, el objetivo aliado era detener la producción de armamento en esta zona de Alemania. El mayor daño lo sufrieron las presas del Möhnesee y del Edersee, cuando las bombas rompieron las estructuras causando una gran inundación que mató a cientos de personas, principalmente civiles alemanes y prisioneros de guerra soviéticos que habían sido condenados a trabajos forzados por el Tercer Reich.

El lago Möhnesee es un lago artificial que se creó con la construcción de una gran presa entre 1908 y 1913, para el suministro de agua potable a la población y abastecer a la industria en esta área del Ruhr. La presa (Möhnetalsperre) tiene una longitud de 650 metros, una altura de 40 metros, un ancho de 34 metros, siendo la barrera artificial para una capacidad de 130 millones de metros cúbicos de agua. Poco después de su construcción se convirtió en un popular destino turístico de Westfalia durante la época de la República de Weimar.

Tras la gran barrera de hormigón de la presa se encuentra el valle de Möhne, con varias aldeas y Neheim como la primera ciudad importante más cercana. También se podía visitar en la zona el antiguo monasterio Himmelpforten, construido en el siglo XIII y destruido por la inundación tras la destrucción de la presa.

Junto a los edificios residenciales, se ubicaban varias plantas industriales. La principal industria de metales de la ciudad había estado produciendo municiones y blindajes desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La escasez de mano de obra llevó a que comenzaran a utilizarse prisioneros de guerra para trabajos forzados, construyéndose en Möhnetal, cerca de las fábricas, el campo de trabajo de Möhnewiesen en 1942. Inicialmente diseñado para 700 personas, este campo de trabajos forzados albergaba en mayo de 1943 entre 1200 y 1500 trabajadores, principalmente de Europa del Este.

Vista aérea de la presa antes del bombardeo británico
Las presas de la cuenca del Rhur suministraban agua a las plantas termoeléctricas, plantas hidroeléctricas, plantas de suministro de vapor, refinerías de acero e industrias varias asociadas a la producción bélica del régimen nazi.

En 1940 se produjeron varias incursiones aéreas de las fuerzas británicas en Neheim, acercándose peligrosamente a la represa del Möhnesee. Esto llevó a que se solicitara a los altos mandos de la Wehrmacht una mejor protección de la presa, enfatizando su importancia estratégica. 

También se hizo una propuesta para limitar el riesgo para la población, bajando el nivel del agua, sin embargo, ninguna se tomó en consideración, argumentando que la presa no podría ser destruida con un bombardeo.

El motivo para este rechazo es que, según las estimaciones realizadas por los expertos militares alemanes, un ataque con bombas convencionales únicamente causaría unos daños estructurales en la presa con una profundidad máxima de 7 metros, lo que provocaría una inundación considerable pero ninguna catástrofe.

A pesar de ello finalmente se decidió tomar medidas para la defensa ante un posible ataque aliado en Möhnetalsperre, aunque los preparativos fueron deficientes y otras presas del Ruhr como Eder y Sorpetalsperre apenas contaron con ninguna defensa.

Las medidas de defensa cambiaron continuamente, no existía ningún plan de emergencia, y solo se contaba con un deficiente sistema de alerta por el que un guardia debía llamar a un centro de control en la oficina de correos situado en la ciudad de Soest. A partir de este primer aviso, las comunidades afectadas serían contactadas telefónicamente.

En 1937, antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea Británica ya había comenzado a hacer planes para destruir las represas en Alemania en caso de una posible guerra con la Alemania nazi. Con este propósito, el ingeniero británico Barnes Wallis desarrolló a partir de 1938 un tipo especial de bomba rodante, ya que las bombas convencionales no eran adecuadas. Esta nueva bomba debía saltar primero sobre la superficie del agua, hundirse justo antes de la pared de la barrera y explotar a unos 9 metros de profundidad, donde las paredes de la presa son más débiles.

Bomba rodante británica para destruir presas en la Segunda Guerra Mundial

Con el conflicto en pleno desarrollo, en 1942 Wallis presentó a los altos mandos de la RAF un plan detallado con su nueva bomba rodante. El plan fue aprobado, siendo denominado "Operation Chastise" (Operación Castigo). El objetivo era interrumpir el suministro de agua e indirectamente el suministro de energía en el área del Ruhr, asestando así un duro golpe a la industria de producción de acero y a la industria armamentística alemana. Con la paralización de la industria del Ruhr, se confiaba en que la guerra pudiera acortarse sustancialmente. En el ataque aliado no se esperaba una alta cifra de bajas civiles, sin embargo la posibilidad fue tácitamente aceptada por los altos mandos británicos.

Para atacar las presas se formó al escuadrón 617 de la RAF, apodado "Dambusters", bajo el mando del comandante Guy Gibson. La Operación Chastise se encuadraba dentro de la primera batalla del Ruhr, como parte de una ofensiva aérea contra ciudades como Dortmund, Duisburgo o Bochum que fueron bombardeadas previamente. 

Avión británico con una bomba rodante
Durante la primavera de 1943, toda el área alrededor de la presa del Möhnesee fue explorada casi diariamente por aviones de reconocimiento. Poco antes del ataque, la represa se encontraba llena por la inundación de primavera, lo que aumentaba las posibilidades de éxito.

En la tarde del 16 de mayo de 1943 se lanzaron desde la base militar británica de Scampton varias oleadas 19 bombarderos del tipo Avro 683 Lancaster, protegidos por varios aviones escolta. Cada bombardero llevaba en su interior una bomba rodante. El objetivo era la destrucción de las seis presas principales del Ruhr: Möhne, Sorpe, Diemel, Henne, Lister y Edertalsperre.

Varios aviones aliados se perdieron debido al fuego enemigo al atravesar territorio alemán, y los bombarderos que lo consiguieron llegaron poco después de la medianoche cerca del lago, reagrupándose sobre el bosque de Arnsberg en una noche de luna llena sin nubes.

El primer ataque lo realizó el comandante del escuadrón, Guy Gibson, pero no tuvo éxito. El segundo avión fue alcanzado por un cañón antiaéreo, cayendo la bomba por encima del muro de hormigón, destruyendo la central eléctrica ubicada allí, y estrellándose finalmente el avión en la zona.

Tras otros ataques fallidos, las defensas alemanas se quedaron prácticamente sin munición, y en el quinto ataque, una de las bombas explotó a las 00:45 del 17 de mayo de 1943 en medio de la pared de hormigón de la presa del Möhnesee, abriendo un enorme agujero de 30 metros que poco después se ampliaría hasta los 76 metros.

Una hora después, los bombarderos destruyeron también el muro de contención de la presa del Eder. El ataque al Sorpetalsperre causó daños menores, mientras que los ataques al resto de las presas del Ruhr no alcanzaron sus objetivos.

Fotografía de la rotura de la presa del Möhne en 1943
Los mayores daños fueron los causados por la destrucción de la presa Möhnesee, pasando a conocerse popularmente como "La catástrofe del Möhne" (Möhnekatastrophe). Debido a la presión, el agua se abrió paso entre la brecha del muro con una gran fuerza, creando una ola de 12 de metros de altura que se desplazó por el valle a 25 kilómetros por hora.

El agua llegó primero al pequeño pueblo de Günne, arrancando árboles , destruyendo las casas, y acumulando escombros que siguieron recorriendo el valle con la riada. A cinco kilómetros de la presa la marea llegó al antiguo monasterio Himmelpforten, matando al pastor local y a varios residentes que vivían en una granja cercana. La iglesia barroca pudo soportar la presión del agua durante unos minutos antes de derrumbarse.

En la aldea de Niederense, la estación de tren, una central eléctrica y un aserradero fueron destruidos. Las marea de agua fue tan fuerte que abrió parte del fondo del valle debajo de la aldea, creándose con el tiempo un nuevo lago en la zona (reserva natural Niederense). En ese momento la ola tenía aún 10 metros de altura, arrasando árboles, rocas, el ganado y todo lo que estaba en su camino.

En la ciudad de Neheim se llegó a dar una alarma nocturna ya que algunos residentes habían escuchado el fuego antiaéreo procedente de la dirección del lago. Varias personas se refugiaron en sótanos donde muchos quedaron posteriormente atrapados por el agua.

La estación de policía local recibió una advertencia no oficial sobre la marea que se avecinaba, pero no le dieron validez, ni tampoco se tomaron en serio las llamadas de particulares avisando de lo mismo. Según el protocolo establecido, el servicio de seguridad en la presa debía de informar telefónicamente al departamento de policía local si había algún problema.

Sin embargo, durante el ataque británico, parte de las líneas telefónicas fueron destruidas, por lo que inicialmente no se pudo dar ninguna advertencia oficial. El guardia tuvo que buscar otro teléfono para llegar al centro de control. Cuando finalmente llamó a Neheim, ya habían pasado 25 minutos, y la marea estaba prácticamente a las puertas de la ciudad.

Daños causados por la inundación tras la catástrofe del Möhne - 1943
Según declararon los supervivientes, el sonido que produjo era el de una locomotora acercándose, que se mezclaba con los gritos desesperados de "¡Viene el agua!". En el campo de trabajos forzados de Möhnewiesen se produjo el pánico. Algunos de los barracones (aunque no todos) fueron abiertos para que los presos pudieran escapar. Varios trabajadores lograron escalar las vallas y escapar (la puerta del campamento permaneció cerrada). Los supervivientes del campo fueron los que consiguieron llegar a terrenos más altos, mientras que otros corrieron por el pánico en la dirección equivocada y murieron.

El campo de Möhnewiesen acabó completamente inundado por el agua, y muchos de los barracones fueron llevados por la corriente, flotando con la riada hasta que se destruyeron al chocar contra los pilares del puente de Möhne. Posteriormente se encontraron cuerpos dispersos de trabajadores forzados en Schwerte, a casi 50 kilómetros de distancia.

Cuando la ola llegó a la 1:20 de la madrugada a Neheim, pilló a los habitantes prácticamente desprevenidos, arrasando la ciudad a su paso, tanto las casas como las fábricas de los alrededores. Al igual que sucedió en el campo de trabajos forzados, los que consiguieron llegar a las partes más altas de la ciudad fueron los que se salvaron. Para el resto de habitantes fue un trampa mortal, especialmente para los ciudadanos que se habían refugiado en sótanos.

El torrente de agua llegó al puente de Möhne, donde la cantidad de escombros acumulados por la marea se atascaron. Debido a la presión, el puente de hormigón armado también fue destruido. El gran edificio del Volkshalle, que se encontraba cerca del puente albergando prisioneros de guerra franceses, acabó completamente inundado, muriendo todos los prisioneros.

La ciudad de Neheim tras la catástrofe de la presa del Möhne
La marea llegó hasta una pequeña represa que se encontraba a unos pocos cientos de metros más abajo en el valle. Parte del agua comenzó a fluir hacia atrás, extendiéndose por todo el valle del Ruhr, elevándose el nivel de la inundación en Neheim y manteniéndose durante horas hasta por la mañana, cuando comenzaron a retirarse las aguas y se pudo ver la desoladora imagen de la destrucción casi total.

Tras la inundación, comenzó en Neheim la búsqueda de heridos y la recuperación de los muertos. Los cadáveres difícilmente reconocibles fueron llevados a la iglesia de Johanneskirche para ser identificados allí. Los trabajadores forzosos que resultaron muertos fueron enterrados en fosas comunes en el cementerio de Möhnefriedhof.

La corriente de agua también llegó a otras ciudades situadas mucho más abajo en el valle, causando muertes en lugares como Wickede, Fröndenberg y Hagen. En Wickede, el agua llegó aproximadamente a las 2 de la madrugada, inundando la ciudad casi por completo. Allí, la advertencia oficial del centro de control también llegó demasiado tarde, aunque habían pasado aproximadamente 1,5 horas desde la destrucción de la presa, causando más de 100 muertos y dejando a 900 personas sin hogar.

En Fröndenberg el agua llegó aproximadamente una hora después, a las 3 de la madrugada. En este caso la advertencia llegó a tiempo y los habitantes subieron a terrenos elevados para observar, sin poder hacer nada, como una ola que aún tenía una altura de cuatro metros, inundaba su ciudad. Río abajo, en Schwerte, a unos cincuenta kilómetros de la presa, la inundación llegó a las 5 de la madrugada, y aunque se produjeron pocas víctimas debido a que los habitantes ya habían sido avisados, varias personas murieron confiadas en que el agua apenas tendría ya fuerza. Otras localidades afectadas fueron Herdecke, Witten, Hagen, y Hattingen, donde finalmente la marea ya había disminuido significativamente.

El agujero en la presa del Möhne tras explotar la bomba
Acabada la inundación, comenzaron las labores de reparación y el recuento de víctimas. Varias organizaciones de la Wehrmacht, bomberos, asistencia técnica de emergencia, y también organizaciones nazis, participaron en los primeros días tras la catástrofe para prestar asistencia. Con relativa rapidez, los suministros de electricidad y agua se restauraron provisionalmente.

Durante el ataque, 54 miembros de la Royal Air Force murieron. El número total de víctimas tras la catástrofe del Möhne es estimado, ya que no se encontraron muchos cuerpos. Particularmente incierto es el número de trabajadores forzosos que murieron ya que no hay registros de cuántos prisioneros albergaba en realidad el campamento.

Las cifras oficiales indicaban que en Neheim murieron 859 personas. Entre ellos se encontraban 147 alemanes y 712 extranjeros. 118 personas murieron en Wickede, 21 personas en Fröndenberg y 25 personas en Himmelpforten. El número total de muertos tras la catástrofe se estimó en 1348 personas, aunque algunos medios publicaron la cifra de 1579 víctimas, entre las que había 1020 trabajadores forzados y prisioneros de guerra.

La destrucción material fue además considerable. Más de 1000 casas, 120 fábricas, 30 granjas, 9 puentes ferroviarios, 7 puentes de carreteras, varias centrales eléctricas, obras hidráulicas e instalaciones de infraestructura similares fueron totalmente arrasadas. A esto se sumaron la muerte de una gran cantidad de animales.

Fotografía aéra de la inundación del valle a 13 kilómetros de la presa del Möhne
A pesar de la masiva destrucción, la Operación Chastise no logró sus objetivos. Hubo inevitablemente pérdidas en la producción de parte de la industria del Ruhr, pero en realidad no se sufrieron daños sustanciales en la industria, y para finales de julio la producción armamentística de la zona ya había vuelto a la normalidad.

Uno de los motivos fundamentales para esta recuperación relativamente rápida, fue que los británicos habían sobreestimado la importancia del Möhnetalsperre para el suministro de agua del área del Ruhr. También jugó un papel importante que presas como el Sorpetalsperre no fueron destruidas. Incluso en Neheim, donde las fábricas resultaron más dañadas, reanudaron la producción después de poco tiempo. Una de las consecuencias directas del ataque británico fue que el propio Albert Speer dio órdenes precisas para la coordinación de la reconstrucción y la planificación de una mejor protección de esta zona industrial.

La reacción inicial de los altos mandos del Tercer Reich fue intentar minimizar el asunto. Tras inspeccionar los daños el 19 de mayo de 1943, Karl-Friedrich Kolbow, gobernador de Westfalia en la época, escribió a la dirección del Reich para informar de la catástrofe. El alto mando alemán sin embargo consideró que no eran tan grandes, y solo cuando la prensa británica comenzó a calificar el ataque como un gran éxito, el propio Goebbels se vio obligado a emitir un comunicado oficial para explicar la situación.

Goebbels estaba convencido de que el ataque británico había podido llevarse a cabo debido a alguna traición dentro del propio Reich, ya que no encontraba otra explicación para que la Fuerza Aérea británica hubiera podido orientarse y golpear de forma tan efectiva en territorio alemán.

Preocupados por la moral y el estado de ánimo de la población, las autoridades prohibieron el acceso al área afectada, así como cualquier fotografía o filmación de la zona. El objetivo era realizar una rápida reconstrucción de la forma más secreta posible. Se dio instrucciones a algunos medios de prensa para que minimizaran los daños, publicándose informaciones como: "Las débiles fuerzas aéreas británicas entraron en el territorio del Reich y lanzaron una pequeña cantidad de bombas explosivas en algunos lugares. Dos represas resultaron dañadas y el torrente entrante causó varias víctimas civiles. Ocho de los aviones atacantes fueron derribados y otros nueve aviones enemigos fueron destruidos". Los nombres de las represas afectadas no llegaron a nombrase.

La reconstrucción de la presa Möhnetalsperre
Otras oficinas de prensa recibieron instrucciones de no informar sobre el desastre. Comenzaron a correr rumores entre la población de que la cifra de muertos era de hasta 30.000, por lo que la agencia de noticias alemana publicó una nota oficial donde se informaba de manera tranquilizadora que la cifra de muertos era inferior a la esperada, 370 alemanes muertos y 341 prisioneros de guerra.

La propaganda nazi publicó también un supuesto comunicado de prensa británico, según el cual un judío emigrado había facilitado a los británicos información detallada de los objetivos. Nunca se supo si esta información era real, un error, o si era un mensaje falsificado por el Ministerio de Propaganda nazi, pero en todo caso Goebbels utilizó el informe para lanzar una campaña antisemita. En la prensa alemana se informó que "el verdadero autor del desastre había sido desenmascarado", acusando directamente a los judíos como los responsables.

La presa del Möhnesee (Möhnedamm) fue reconstruida en unos pocos meses, empleando para ello a entre 2000 y 4000 trabajadores, la mayoría de ellos extranjeros, que trabajaron para reparar los daños en tres turnos. El 3 de octubre de 1943 la presa volvía a estar en funcionamiento, manteniéndose hasta la actualidad.

La catástrofe del Möhne es uno de esos episodios de la historia que cayeron casi en el olvido y es de hecho un suceso muy poco conocido de la Segunda Guerra Mundial (incluso para los propios alemanes), a pesar de ser uno de los episodios más trágicos de la historia de Westfalia. En la zona de la tragedia sin embargo se ha mantenido el recuerdo, realizándose periódicamente eventos conmemorativos, y levantándose varios monumentos por todo el valle. Entre ellos destaca el inaugurado el 17 de mayo de 2015 en la propia presa del Möhnesee, como homenaje a las víctimas de la catástrofe ocurrida en la noche del 17 de mayo de 1943.

La presa del Möhnesee en la actualidad

Junji Ito, el maestro del Manga de terror

El artista japonés Junji Ito es uno de los nombres más reverenciados en el mundo del manga de terror. Nacido el 31 de julio de 1963 en Gifu, Japón, Ito ha logrado cultivar un estilo único que combina elementos de horror psicológico, grotesco y sobrenatural, ganándose una legión de seguidores tanto en Japón como a nivel internacional. Su obra ha influido profundamente en el género del terror en el manga, destacándose por su habilidad para crear atmósferas inquietantes y personajes perturbadores.

Junji Ito, el maestro del manga de terror
Desde joven, Ito se sintió atraído por el terror y las temática oscuras. Creció leyendo las obras de Kazuo Umezu y Hideshi Hino, dos pioneros del manga de terror. Además, las películas de terror occidentales y la literatura de H.P. Lovecraft también dejaron una marca indeleble en su estilo. Antes de dedicarse por completo al manga, Ito trabajó como técnico dental, un detalle que a menudo menciona como influencia en su obsesión por los detalles minuciosos y grotescos en sus dibujos.

Entre algunas de las obras más populares y conocidas en la extensa carrera de Junji Ito destacan:

Tomie (1987): Publicado por primera vez en 1987, "Tomie" es quizás la obra más conocida de Ito. La historia sigue a una joven inmortal y malévola que causa la locura y la muerte de aquellos que la rodean. Cada vez que es asesinada, se regenera, a menudo de formas grotescas. "Tomie" se convirtió en un éxito instantáneo y ha sido adaptada en varias películas y series de televisión en Japón.

Uzumaki (1998-1999): Otro de sus trabajos más aclamados es "Uzumaki", una serie que narra cómo una ciudad entera se ve afectada por una maldición relacionada con espirales. La obra es conocida por su atmósfera opresiva y su narrativa única, donde el horror se manifiesta de formas inesperadas y visualmente impactantes. La historia de Uzumaki fue además adaptada al cine en la película homónima estrenada en 2020.

Gyo (2001-2002): En "Gyo", Ito explora el horror ecológico con una historia donde peces y otras criaturas marinas emergen del mar con patas metálicas, aterrorizando a la población. La obra destaca por su crítica implícita a la contaminación y sus efectos.

Hellstar Remina (2005): Esta historia de ciencia ficción y horror se centra en un planeta que se aproxima a la Tierra, causando caos y destrucción. Ito mezcla el horror cósmico con el apocalíptico, creando una narrativa llena de desesperación y temor.

Portada del Manga Tomie - Junji Ito
El estilo de Junji Ito se caracteriza por su meticulosa atención al detalle y su capacidad para transformar lo cotidiano en algo aterrador. Sus ilustraciones a menudo presentan figuras grotescas y deformadas, explorando los límites de la forma humana y el cuerpo. Los temas recurrentes en su obra incluyen la transformación corporal, la locura, lo sobrenatural y el horror cósmico.

Ito también es conocido por su habilidad para crear atmósferas de tensión y anticipación. A menudo, el verdadero horror en sus historias proviene de la construcción lenta de la inquietud y el pavor, más que de los clásicos sustos repentinos. Sus personajes suelen enfrentarse a lo desconocido y lo inexplicable, lo que refuerza la sensación de vulnerabilidad y desesperación.

Junji Ito ha recibido numerosos premios por su trabajo, incluyendo el prestigioso Premio Eisner. Su influencia se extiende de hecho más allá del manga, inspirando también a cineastas, escritores y otros artistas en todo el mundo. La capacidad de Ito para mezclar lo extraño con lo familiar ha redefinido el terror en el manga, estableciendo así nuevos estándares para el género.

Además, las adaptaciones de sus obras a otros medios han contribuido a su popularidad global. Sus mangas han sido traducidos a múltiples idiomas, y las adaptaciones cinematográficas y televisivas han llevado sus historias a un público aún más amplio. Con una carrera que abarca varias décadas, Ito continúa siendo una fuente inagotable de pesadillas y fascinación para sus seguidores.

Viñetas e ilustraciones de Junji Ito

El pájaro elefante, el ave más pesada del mundo

Perteneciente a la familia Aepyornithidae (Epiornítidos) y conocidas habitualmente como ave elefante o pájaro elefante por su enorme tamaño, esta gigantesca especie de ave extinta es uno de los animales más enigmáticos que habitaron la isla de Madagascar. Unas aves no voladoras que en su momento fueron las aves más grandes del mundo, superando en tamaño a las avestruces actuales y a otras enormes aves extintas como el Moa de Nueva Zelanda.

Tamaño pájaro elefante - Aepyornithidae
Debido a su gran envergadura (en torno a los tres metros de altura), el pájaro elefante tenía además una enorme masa corporal que podía llegar a superar los 650 kilos de peso en el caso del Vorombe titan, la especie más grande del género, lo que convierten a este animal extinto en el candidato mejor posicionado para el título de el ave más pesada de la historia, o al menos que haya convivido con el ser humano.

Si bien el animal ya era bien conocido entre los nativos locales de Madagascar, no sería hasta mediados del siglo XIX cuando la especie sería catalogada y descubierta por la ciencia. En aquella época, varios marineros franceses consiguieron llevar a Francia varios gigantescos huevos de aves elefante, así como algunos fósiles, para que fueran estudiados.

Se concluyó que los Epiornítidos eran aves enormes cuya altura alcanzaba los 3 metros y tenían un peso promedio de 500 kg. Contaban con patas robustas y poderosas adaptadas para soportar su enorme peso. A pesar de su tamaño descomunal, estas aves eran relativamente ágiles en su hábitat terrestre. Su plumaje y otros detalles precisos sobre su apariencia siguen siendo aún materia de especulación debido a la falta de restos fósiles bien preservados para ser analizados.

Aspecto estimado del Ave elefante Vorombe Titan
Uno de los últimos géneros descritos de la especie es el Vorombe titan, el cual constituye la especie de ave más grande del mundo en su tiempo, con una altura de 3 metros y una masa corporal media de 640 kg, pudiendo incluso llegar a alcanzar los ejemplares más grandes de pájaro elefante los 860 kilos de peso.

Como especie endémica, el hábitat de aves elefante estaba restringido exclusivamente a Madagascar, una isla conocida por su biodiversidad única y especies endémicas. Estos gigantes vivieron en una gran variedad de entornos, desde bosques densos hasta áreas más abiertas, lo que sugiere una adaptabilidad notable a diferentes ecosistemas dentro de la isla.

Se cree que los pájaros elefante eran herbívoros, alimentándose de una dieta variada que incluía frutas, hojas, y semillas. Debido a su gran tamaño, probablemente desempeñaban un papel crucial en la dispersión de semillas, contribuyendo a la regeneración y mantenimiento de los ecosistemas de Madagascar. 

El tamaño de los huevos del pájaro elefante eran proporcionales a su tamaño, con más de 30 centímetros de diámetro y 12 kilos de peso, es decir, siete veces más grandes que los huevos de las avestruces actuales. Por ello, los científicos creen que los huevos del ave elefante son probablemente los huevos más grandes para cualquier especie que ha existido en el planeta, superando incluso los gigantescos huevos de dinosaurios.

La desaparición de los pájaros elefante es hoy en día un tema de intenso debate entre la comunidad científica. Si bien se estima que se extinguieron hace unos 1000 años, existen diversas noticias de avistamientos posteriores, así como registros oficiales en la isla de Madagascar donde se consideraba al ave elefante como un animal que vivía en algunas zonas aisladas de la isla en épocas tan tardías como el siglo XVIII

El gigantesco huevo de un ave elefante junto a un huevo de gallina
Varias teorías sugieren que la llegada de los humanos a Madagascar tuvo un impacto significativo en su declive, aunque otros factores como la caza, la destrucción de hábitats y la competencia por recursos podrían haber contribuido notablemente también a su extinción. 

Los restos de cáscaras de huevos de pájaro elefante encontrados en excavaciones arqueológicas, indican además que los humanos consumían sus huevos, lo que también podría haber afectado su capacidad para reproducirse.

El pájaro elefante es un recordatorio de la impresionante biodiversidad que una vez existió en nuestro planeta y de la fragilidad de los ecosistemas. Fue durante siglos el ave más grande y pesada del planeta que ha convivido con seres humanos, pero la propia intervención humana es probablemente la causa principal de su extinción.

Como curiosidad, si nos remontamos millones de años atrás en el tiempo, otras gigantescas aves extintas y animales voladores antepasados de las aves actuales, podrían haber superado en tamaño al pájaro elefante. Es el caso de conocidos ejemplares prehistóricos como el Gigantoraptor, el Hatzegopteryx o el Quetzalcoatlus, que de hecho se sitúan entre los animales más grandes que han existido en la Tierra.   

Esqueleto de un ave elefante

Comparación de algunas de las aves gigantes más grandes que han existido

Las ciudades más pobladas de Europa en 1854

Durante la primera mitad del siglo XIX, el continente europeo vivió un considerablemente aumento de su demografía rápidamente, con algunos países que prácticamente doblaron su población entre 1800 y 1850. El caso más destacado en este sentido es probablemente Gran Bretaña, donde la población pasó de 11 a 21 millones de habitantes en esas cinco décadas; aunque también otros países europeos tuvieron significativos crecimientos demográficos en el mismo período de tiempo, como Alemania (de 24,5 a 32 millones), Francia (de 27 a 36,5 millones) o España (de 11,5 a 15,5 millones). 

En las siguientes décadas del siglo XIX (y llegando en realidad hasta la actualidad), la población de Europa no ha dejado de aumentar, a pesar de que entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, un porcentaje significativo de europeos emigraron al continente americano en busca de nuevas oportunidades y una vida mejor. Una histórica migración masiva conocida como la gran emigración europea

Este crecimiento demográfico en Europa durante el siglo XIX se suele explicar habitualmente debido a la Revolución Industrial. Este proceso de transformación económica y social se inició en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII, poco después se extendió por todo el continente europeo, y una de sus consecuencias fue un éxodo masivo de trabajadores del campo a las ciudades. 

Este hecho queda perfectamente reflejado en esta curiosa tabla, extraída de una publicación de la época, la cual nos muestra las 100 ciudades más pobladas de Europa en 1854. En ella se pueden encontrar además datos bastantes curiosos, con ciudades que ya entonces contaban con una gran población, como Londres (2,3 millones de habitantes) o París (un millón de habitantes), mientras que otras grandes capitales europeas eran ampliamente superadas en población por muchas otras ciudades.

Por ejemplo, el Madrid de mediados del siglo XIX ocupa el puesto 12º de la tabla con 260.000 habitantes, superada en población por ciudades como Viena, Nápoles, Liverpool o Glasgow. Otras importantes capitales como Atenas apenas llegaban a los 30.000 habitantes, ocupando los últimos puestos de la lista de ciudades europeas con más población, por detrás de otras como Zaragoza, Cádiz o Málaga.

Las ciudades más pobladas de Europa en 1854

Harry Gardiner, la mosca humana

A principios del siglo XX, la arquitectura y el urbanismo de muchas ciudades de todo el mundo, comenzaron a experimentar cambios significativos con la construcción de los primeros rascacielos, particularmente en lugares como Nueva York y otras grandes ciudades de Estados Unidos, así como también en las grandes capitales europeas. 

Harry Gardiner, la mosca humana
Los rascacielos no solo transformaron paulatinamente los paisajes urbanos, sino que además dieron lugar a curiosos fenómenos. En las primeras décadas del siglo XX, surgieron unos intrépidos aventureros conocidos como "hombres mosca" o "moscas humanas" (Human Fly), cuyo espectáculo consistía en escalar rascacielos y gigantescos edificios sin ayuda de cuerdas, arneses ni ninguna otra medida de seguridad. 

Y entre los escaladores de edificios más populares de aquellos años (una técnica conocida como Buildering), el más conocido de todos fue sin duda Harry Gardiner, quien se ganó el apodo de "la mosca humana" tras escalar durante su vida más de 700 edificios en Europa y Estados Unidos, dando además el nombre con el que se conocería posteriormente este peculiar fenómeno. 

Estas moscas humanas comenzaron a aparecer en Estados Unidos a partir de 1905, con Harry Gardiner como un auténtico pionero en este sentido, ya que fue el año en el que escaló su primer edificio. Por lo general, se trataba de aventureros que escalaban rascacielos con sus propias manos y sin ayuda, aunque algunos de ellos usaban en ocasiones una especie de guante de succión especiales que les servían como apoyo tanto para la escalada como para descender posteriormente del edificio. 

Si bien muchas de estas moscas humanas simplemente buscaban la fama, escalar rascacielos o simbólicos edificios particularmente altos, también era un negocio muy lucrativo. Las empresas solían patrocinar al escalador o pagaban buenas sumas de dinero para que sus productos se anunciaran ante el público que observaba asombrado el espectáculo, particularmente bancos y compañías de seguros de vida, o incluso para promocionar películas durante la década de 1920.

La mosca humana escalando una torre de Vancouver en 1918
El cine de la época se ocupó además de reflejar esta profesión de riesgo en numerosas películas, con el film El hombre mosca (Safety Last!), protagonizada por Harold Lloyd en 1923, como la más representativa de todas ellas gracias a su famosa escena en la que Lloyd queda colgado a una gran altura de las manecillas de un reloj que cuelga del exterior de un rascacielos. 

Nacido en Nueva York en 1871, Harry Gardiner trabajó durante su vida como ilusionista, actor y especialista de escenas arriesgadas para el cine, pero sería su inusual carrera como escalador solista integral (escalada en solitario libre) lo que le llevaría a ser mundialmente famoso.

Tras escalar su primer gran edificio en 1905, Gardiner comenzó rápidamente a levantar el interés de un público ansioso por ver sus nuevas hazañas, de manera que era habitual que cada vez que se anunciaba una nueva escalada de "la mosca humana", miles de personas se congregaran en la calle para ver sus ascensos. Como hombre del espectáculo, Gardiner conocía bien lo que quería el público, realizando en ocasiones también acrobacias o posturas inverosímiles durante las escaladas con el objetivo de tener a la gente en vilo y atemorizada por si se precipitaba al vacío.

Harry Gardiner se destacó además por realizar las escaladas en los rascacielos vestido con ropa de calle y sin utilizar ningún equipo especial que le ayudara en el ascenso. En un artículo que la revista Mucle Builder publicó a principios del siglo XX sobre el aventurero, Gardiner comentó que más de 100 personas ya habían muerto intentando imitar sus hazañas. Tal y como sentenció además en la entrevista: «No hay posibilidad de ensayar tu actuación».

Una de las escaladas más memorables de la Mosca Humana se produjo el 9 de junio de 1916, cuando más de 30.000 espectadores se reunieron para verle escalar los 75 metros de altura del edificio Omaha World-Herald. Ese mismo año, el 7 de octubre, el diario Detroit News le contrató para escalar el edificio de 14 plantas que el periódico había adquirido como nueva sede para sus oficinas, el histórico Majestic Building. El evento fue tan mediático que algunas fuentes de la época reportaron que el escalador había congregado más de 100.000 personas para ver en directo su escalada. 

Harry Gardiner escalando el edificio Omaha World-Herald en 1916
Durante los siguientes años, Harry Gardiner escaló otros históricos edificios y rascacielos que le siguieron reportando una gran fama, como el Empire Building de Birmingham (Alabama) de 16 pisos; el World Building (actualmente edificio Sun Tower) de 17 pisos situado en Vancouver (Canadá); o la sede principal del Banco Hamilton en Ontario (Canadá), que realizó en noviembre de 1918 para celebrar el final de la Primera Guerra Mundial. 

Las últimas escaladas documentadas de Gardiner se produjeron a principios de 1927, acumulando en total más de 700 escaladas con éxito de edificios y rascacielos durante toda su carrera, principalmente en Estados Unidos. Por aquella época, había trasladado ya su espectáculo a Europa debido a que en Nueva York se promulgó una ley que prohibía escalar la fachada de cualquier edificio. 

Sin embargo, a partir de entonces se pierde su rastro completamente y su repentina desaparición está rodeada de misterio. En 1933 se encontró en París, al pie de la Torre Eiffel, el cuerpo de un hombre muerto que coincidía con la descripción de Harry Gardiner, y que por las condiciones del cadáver, parecía haberse caído desde una gran altura

Nunca llegó a confirmarse si se trataba en realidad del cuerpo de Gardiner o de algún turista que se había precipitado al vacío desde el monumento más emblemático de París. Otras fuentes sitúan la fecha de su muerte en julio de 1956 en Washington D.C., pero también hay ciertas dudas sobre la fiabilidad de esta información. Lo cierto es que el destino de Harry Gardiner, el auténtico hombre mosca, sigue siendo un misterio. 

El aventurero Harry Gardiner en los periódicos de la época

La mosca humana Harry Gardiner realizando acrobacias durante una escalada

Cuando las máquinas de pinball fueron prohibidas en Estados Unidos

El origen de las máquinas de pinball, al menos tal y como las conocemos hoy en día, se sitúa habitualmente en la década de 1930, poco antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, las raíces de los pinballs se remontan mucho más atrás en el tiempo. 

Prohibición de las máquinas de Pinball en Estados Unidos
Ya en los siglos XVII y XVIII, la gente solía disfrutar de diversos juegos al aire libre donde una bolita era el elemento primordial, como el croquet o la petanca, pero con el tiempo buscaron formas de llevar este tipo de juegos a espacios interiores para que se pudieran jugar en una mesa o en el suelo de un pub, surgiendo así otros juegos como el billar o los bolos. 

Durante más de cien años. estos juegos evolucionaron y se hicieron más pequeños hasta convertirse en juegos de mesa con tableros llenos de clavos o piezas de metal (también llamados "alfileres" por su nombre "pins" en inglés) que rodeaban varios agujeros por los que se disparaban o rebotaban pequeñas canicas. En 1869, Montague Redgrave, un inventor británico, se mudó a Estados Unidos y comenzó a fabricar estas mesas llamadas "Bagatelle", como se las conocía en la época. Sólo dos años después, creó el lanzador mediante resorte para los juegos y así nació la moderna máquina de pinball.

Estos primigenios pinballs continuaron, prácticamente sin cambios, hasta 1931, cuando pasaron a funcionar con monedas. Los jugadores se solían dirigir a la taberna local donde, por un centavo, les daban de cinco a siete bolas, que eran lanzadas por el émbolo con resorte inventado por Redgrave. Se trataba en realidad de un juego muy básico donde el jugador estaba a merced del azar en función de los movimientos y rebotes de la canica. 

El tablero del juego consistía simplemente en una base de madera bajo un cristal, con varios "pins" y agujeros distribuidos aleatoriamente. No había manera, excepto inclinando la mesa, de controlar hacia dónde se iba a dirigir la pelota. En 1933, se introdujo por primera vez la máquina de pinball eléctrica, que incluía ya luces intermitentes, parachoques activos y un solenoide que impulsaba la bola hacia arriba y fuera del agujero en el centro del tablero si aterrizaba allí en su trayectoria. No sería hasta 1947 cuando se agregaron las famosas paletas o flippers a las máquinas de pinball con el objetivo de mantener la pelota en juego durante más más tiempo.

Destrucción de los pinball durante su prohibición en Estados Unidos
Así, las máquinas de pinball comenzaron a hacerse muy populares entre el público estadounidense durante los años 40, surgiendo empresas especializadas en fabricar y distribuir este tipo de máquinas de pinball electromecánicas, como Gottlieb o Williams Manufacturing. Todo parecía ir viento en popa para esta industria emergente dedicada al ocio, pero poco después surgió un importante contratiempo cuando varias ciudades de Estados Unidos decidieron prohibir las máquinas de pinball.  

Quizás la persona en Estados Unidos más comprometida con la prohibición de los pinballs fue el alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia, argumentando para tomar esta decisión que los juegos de pinball estaban "robando" el dinero a los niños, asegurando que preferían gastar el dinero en jugar a las máquinas en lugar de comprarse el almuerzo. LaGuardia también sostenía que los salones de pinball eran negocios controlados por la mafia y los gánsteres. Lo cierto es que en este sentido tenía parte de razón, ya que la llamada mafia estaba involucrada en el negocio de todo tipo de juegos de arcade que comenzaron a aparecer a partir de la Gran Depresión.

Como resultado de la prohibición de la máquinas de pinball en la ciudad de Nueva York, el alcalde LaGuardia ordenó al departamento de policía realizara redadas en los locales donde había sospechas de que se jugaba al pinball. Un tipo de redadas con una gran similitud a las que el país había experimentado unas décadas con la prohibición de consumir alcohol durante la época de la Ley Seca.  

LaGuardia ordenó a la policía que reuniera las máquinas de pinball que encontraran por toda la ciudad y arrestara a sus dueños, incautándose durante los registros policiales miles de máquinas. Cientos de propietarios de estos pinballs terminaron arrestados, algunos de ellos incluso cumpliendo penas de cárcel. Las máquinas incautadas terminaron destrozadas con mazos y martillos, y muchos de los restos acabaron arrojados a algunos de los ríos del área metropolitana de la ciudad de Nueva York.

Con la llegada de las prohibiciones del pinball en otras ciudades del país, tanto las propias máquinas como los jugadores pasaron a la clandestinidad. En Nueva York, las máquinas de pinball terminaron trasladándose a sórdidos locales como sex shops o bares nocturnos de dudosa reputación, particularmente en barrios como Harlem y East Village. Locales que se convirtieron básicamente en bares clandestinos de pinball tras la prohibición.

Restos de las máquinas de pinball tras ser destruidas
Si bien algunas personas, como el alcalde de Nueva York, consideraban que el pinball causaba un efecto negativo en la sociedad que había que perseguir, curiosamente no fue hasta que estas máquinas de juegos acabaron en sex shops y otros locales similares cuando parte de la sociedad las comenzó a ver como algo inmoral o un vicio a erradicar. 

El fin de la prohibición de las máquinas de pinball en Nueva York llegó finalmente en 1976. Roger Sharpe, editor de la revista GQ por entonces, y jugador profesional de pinball decidió hacer una demostración frente a varios funcionarios gubernamentales, para demostrar que el pinball era un juego de habilidad y no de azar, y por tanto no debía ser tratado ni regularse de la misma forma que las apuestas. 

Al parecer la demostración de juego de Roger no comenzó demasiado bien, pero pudo jugar una partida en la que fue comentando con precisión la trayectoria que recorrería la bola tras el disparo inicial o después de ser golpeada con los flippers para llevarla hacia donde él quería. Su partida de demostración funcionó y el gobierno de la ciudad acabó votando por unanimidad levantar la prohibición al pinball. 

Tras Nueva York, muchas otras ciudades de Estados Unidos siguieron su ejemplo y también eliminaron la prohibición, aunque curiosamente algunas ciudades del país mantienen aún hoy en día esta ley en sus ordenanzas municipales, si bien no hay constancia de que se haya vuelto a aplicar. 

Las máquinas de pinball volvieron a la salas de Arcade durante la década de 1970 y rápidamente volvieron a experimentar una gran acogida entre el público. Esta época de éxito para los pinball sin embargo no duraría mucho, ya que poco a poco comenzaron a ser sustituidas las máquinas en muchos locales por una nueva forma de entretenimiento mucho más rentable y masiva, debido a la llegada de la década dorada de los videojuegos en los 80

Fotografía de la prohibición de las máquinas de Pinball en Estados Unidos