A lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha intentado explicar y comprender su propia historia a través de la Arqueología . Sin embargo , el afán de protagonismo , la búsqueda de reconocimiento y el dinero que implica un gran descubrimiento , han contribuido a que en algunos casos se produzcan errores al interpretar los hallazgos y en otro casos se ha tratado de simples fraudes para adquirir fama.
Algunos de los ejemplos mas claros son el puño del Coloso de Rodas o los descubrimientos vikingos en América.
En julio de 1987 se descubrió en aguas del puerto de Rodas una piedra de una tonelada que semejaba un puño y que fue considerado un fragmento del mítico Coloso de Rodas, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Finalmente, resultó ser una simple roca arañada por una draga portuaria.
Los descubrimientos vikingos en América son un caso aparte , ya que sólo algunos se han demostrado falsos y entre los considerados falsos siguen contando con defensores que creen en su autenticidad como el caso del mapa de Vinlandia ( llamado el descubrimiento cartográfico más emocionante del siglo ).
El mapa fue dado a conocer públicamente en 1965, después de cinco años de estudios del Museo Británico y la Universidad de Yale .
Se trata de un plano medieval en pergamino en el que además de Islandia y Groenlandia figura Vinlandia, el lugar de Norteamérica en el que recalaron, según las crónicas, los vikingos. La falsificación, realizada en 1922, era perfecta: incluso se había insertado el mapa entre dos colecciones de pergaminos medievales auténticos, la Hystoria tartarorum y el Speculum ffistoriale, con picaduras de insectos que coincidían.
El asunto se descubrió merced a un análisis espectográfico de la tinta: contenía un producto químico moderno. El falsificador era un profesor de historia yugoslavo, Luka Jelic, despechado porque nadie daba crédito a sus teorías.
Vamos a ver en detalle alguno de los fraudes mas conocidos de la historia de la arqueología .
La historia comienza en abril de 1990 . Serafín Ruiz Selfa , estudiante de historia aficionado a la espeleología , supuestamente se encontró en las inmediaciones del monte Gorbea, en la parte de Álava, con la entrada de una cueva que supuestamente había permanecido oculta hasta entonces. Se internó y se topó con la gran sorpresa: pinturas rupestres de todo tipo, desde un mamut hasta rinocerontes lanudos pasando por símbolos, manos, cabras y bisontes. Los dibujos se conservaban en un perfecto estado y constituían un hallazgo prehistórico fabuloso, a la altura de Altamira o Lascaux, se dijo. La caverna pasó a llamarse Zubialde, por la proximidad del río del mismo nombre .
Ruiz presentó su descubrimiento a la Diputación de Álava, que se frotó las manos. El entonces diputado general, Alberto Ansola calificó el hallazgo de "santuario rupestre" ( se llegó a denominar desde la Diputación alavesa como la "capilla sixtina del arte rupestre" ) . La recompensa para Ruiz ascendió a 12,5 millones de las antiguas pesetas. Varios antropólogos vascos concluyeron que las pinturas tenían 13.000 años de antigüedad ( período Magdaleniense ) .
Tres profesores vascos de arte prehistórico, Jesús Altuna, Juan María Apellániz e Ignacio Barandiarán, presentaron en agosto de 1992 un informe sobre la cueva, calificado por los expertos como el estudio "más importante que se ha realizado en el mundo sobre unas pinturas", en el que participaron los laboratorios del museo del Louvre y miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas .
El semanario "The European" publicaba diez días después de la rueda de prensa un artículo de los arqueólogos Jill Cook del Museo Británico y Peter Ucko de la Universidad de Southampton, que se habían dado cuenta nada más ver las fotografías publicadas en los periódicos que aquel hallazgo era un fraude . Decían que los mamuts y rinocerontes representados en Zubialde habían desaparecido del sur de Europa miles de años antes de que pudieran ser pintados por algún hombre y que habían otros detalles anacrónicos como unos dibujos en perspectiva que tampoco podían ser de esa época . Meses después, otros científicos españoles llegaban a la misma conclusión.
El presidente de la Asociación internacional de arte rupestre, Jean Clothes, disculpó que en un primer momento se dieran las pinturas como antiguas porque era "la mejor falsificación de la historia" que había visto .
En definitiva, aquel hallazgo era un completo fraude.
Los análisis demostraron que la mayoría de las pinturas, 102 en total, fueron realizadas en los meses anteriores al descubrimiento, y el resto presentaban tal cantidad de paralelismos con las anteriores que parecían realizadas también en época muy moderna.
Los profesores consideraron que el falsificador poseía un gran conocimiento del arte prehistórico y además utilizó los mismos materiales que los hombres de aquella época, es decir, pigmentos naturales ocres y manganesos, mezclados con agua.
Los expertos expusieron varias pruebas "corrientes" de la falsificación "aparte de los análisis de laboratorio". Así, se detectaron incrustados en las pinturas restos como patas de araña o de insectos, que no se pueden conservar miles de años.
También se comprobó que el artista había pintado a las cabras montesas con cola larga, algo que no hubiera hecho jamás un hombre prehistórico, que las veía todo el día, o pintó las defensas del mamut por delante de la trompa, cuando salían por detrás.
Uno de los datos que más se destacó una vez conocida la farsa de las pinturas fue que se habían encontrado restos de estropajo de cocina en las pinturas, a las que el falsificador había frotado para dar sensación de gastadas , parece ser que Sacaron hasta las marcas, Vileda y Scotch Brite .
La policía vasca que se encargó del estudio de las fotografías que había aportado Serafín, descubrió que habían sido retocadas. Ni siquiera lo había hecho mediante algún medio digital, había falsificado aquellas fotos con un sencillo rotulador.
Los autores del informe definitivo no quisieron acusar al descubridor de las cuevas de haber sido el falsificador, pero el Tribunal Supremo le ordenó en octubre de 2000 devolver a la Diputación de Álava los doce millones y medio de pesetas que le había entregado por su "descubrimiento".
En una cantera cercana a Piltdown (un pequeño pueblo de Sussex, Inglaterra ) , un trabajador encontró un hueso que llevó a Charles Dawson, un abogado y arqueólogo aficionado. Se trataba de un fragmento de parietal humano, de color oscuro. Más tarde, el propio Dawson recogió en el mismo lugar otro fragmento mayor, perteneciente a un hueso frontal.
Enseguida, Dawson puso en conocimiento de lo ocurrido a Arthur Smith Woodward, un eminente paleontólogo, quien inmediatamente comprendió el interés del hallazgo. En el verano de 1912 se llevaron a cabo nuevas exploraciones del terreno, asumiendo que los obreros, en el curso de sus trabajos, habían roto un cráneo y dispersado los pedazos. Entre Dawson y Smith Woodward encontraron otras partes del mismo cráneo (incluso la mandíbula) además de restos de animales y algunas piedras talladas .
El 18 de diciembre de 1912, Charles Dawson y Smith Woodward presentaron su descubrimiento a la Sociedad Geológica de Londres. Smith Woodward reconstruyó el cráneo como quien arma un rompecabezas en el que faltan varias piezas.
Consideró que se trataba de una forma muy primitiva, de alrededor de 500 mil años de antigüedad, y le dio el nombre de su descubridor, Eoanthropus dawsonii (Hombre de la Aurora de Dawson).
La prensa inglesa recogió en primera plana la noticia: el Hombre de Piltdown era el eslabón perdido en el proceso evolutivo de la Humanidad . En aquellos años, los restos fósiles de homínidos se reducían a algunos restos de Neanderthal y de Cro-Magnon, que claramente estaban mucho más próximos al hombre moderno que el cráneo hallado en Piltdown.
Sir Arthur Keith, que era por entonces el principal experto en anatomía del Colegio de Cirujanos de Londres, consideró que el cráneo estaba mal reconstruido. Pensaba que su capacidad debía ser mayor de los 1.070 c. c. que se le habían asignado y que debía parecerse más a, como él mismo dijo, "un burgués de Londres". Keith hizo su propia reconstrucción utilizando moldes de los fragmentos, obteniendo un volumen de 1.500 c. c.
En 1913, Dawson llevó al yacimiento al que sería con el tiempo un filósofo y paleontólogo célebre, el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, quien estudiaba por entonces en el vecino seminario de Hastings. Ambos hallaron un canino que fue atribuido al fragmento de maxilar hallado anteriormente, y que reforzó los caracteres simiescos que se le atribuían. Posteriores exploraciones del yacimiento, en 1915, pusieron al descubierto fragmentos pertenecientes a los cráneos de otros dos individuos .
Estos restos fueron aceptados por la comunidad científica sin mayores análisis, debido principalmente a que era perfecto e idéntico a la idea de aquella época sobre el eslabón perdido. La idea de esa época era que el eslabón tenía que haber tenido un gran cerebro pero igualmente presentar rasgos simiescos, y posteriormente haber evolucionado a una apariencia humana .
No obstante, comenzaron a surgir cada vez más interrogantes sobre la antigüedad y el origen de esos restos. El paleontólogo francés Boule dijo lo evidente: era una "asociación paradójica". El Hombre de Piltdown tenía un cerebro extrañamente moderno en un cuerpo muy primitivo.
Las principales dudas provenían del resto de la comunidad cientifica , se iban haciendo descubrimientos en paleontología , por ejemplo en la década de los 20 llegaron noticias del descubrimiento en Sudáfrica de los Australopithecus, antepasados del hombre en los que se advertía que la mandíbula y los dientes se hacían "humanos" más rápido que el cráneo , los paleoantropólogos británicos negaron que los fósiles sudafricanos fueran algún antepasado del hombre, sin embargo , a medida que nuevos descubrimientos se hacían en todo el mundo, se volvía más y más evidente que el hombre de Piltdown no encajaba en ninguna parte.
Un dentista y arqueólogo aficionado de Clapham, Alvan T. Marston, descubridor del fósil de Swanscombe, se dedicó a estudiar a fondo los materiales hallados por Dawson y Smith Woodward, que estaban en el Museo Británico de Historia Natural. En la primavera de 1936 llegó a la conclusión de que el canino de la mandíbula de Piltdown pertenecía a un mono. Se basó en la forma de la raíz: mientras la raíz del canino humano es derecha, la del Hombre de Piltdown era curva. Estudió también los caninos de los restos de Homo Erectus hallados en Choukoutien, China, y pudo ver que todos tenían las raíces rectas. La abrasión excesiva del diente indicaba una dieta y una función propia de un mono. Marston consideró que se trataba de la mandíbula de un chimpancé, algo sospechado por el paleontólogo Ales Hrdlicka.
En julio de 1936, Marston publicó en el British Dental Journal un artículo en el que afirmaba que aquella mandíbula era de un animal. Ese año reiteró su hipótesis en la Royal Society of Medicine y en el Journal of the Royal Anthropological Institute. Marston además llamó la atención sobre el color chocolate de la mandíbula de Piltdown, que atribuyó a que había sido tratada con una solución conservadora de bicromato, y que el color original de aquel hueso había sido gris.
Como consecuencia de estas indagaciones, otro científico tuvo la idea de efectuar un examen microscópico de la dentición de los restos de Piltdown.
El estudio reveló la presencia de finas marcas de raspado, que sugerían la aplicación de un instrumento abrasivo. Además había una notable diferencia entre el contenido de flúor entre el cráneo y la mandíbula. La conclusión fue que la mandíbula era moderna y el cráneo mucho más antiguo.
Al perforar la mandíbula de Piltdown se vio que el color, que se había atribuido a la impregnación por hierro, era superficial, y originado en el bicromato potásico con que fue tratado artificialmente el hueso. En conclusión, la mandíbula era de un orangután y el canino había sido añadido posteriormente. La aplicación de hierro y bicromato había sido hecha para obtener el mismo color del cráneo. En 1953 se asumió oficialmente que el Hombre de Piltdown era un fraude magistral . Uno de los más grandes fraudes en la historia de la paleoantropología , porque se creyó verdadero durante cuarenta y cinco años .
Nadie sabe quién perpetró el fraude, y algunos lo atribuyen a los descubridores originales, señalando sobre todo a Dawson, motivado por el hecho de que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano, mientras que en el resto de Europa y fundamentalmente en África sí.
Sin embargo, el profesor Douglas dejó a su muerte una cinta magnética en la que señalaba que el autor de la falsificación fue el archifamoso profesor Sollas, que pretendía con ello desprestigiar a su rival Woodward .
Los fundamentalistas cristianos afirmaron que se trató de una conspiración científica para hacer aceptable la idea de la evolución humana (estos grupos creen que la narración bíblica de la Creación debe ser interpretada literalmente). El renombrado científico y divulgador norteamericano Stephen Jay Gould puso el foco en Dawson y Teilhard de Chardin. Otros sospechosos son Arthur Smith Woodward, su adversario el zoólogo Martin A. C. Hinton y hasta Sir Arthur Conan Doyle, el autor de los relatos de Sherlock Holmes, aficionado a la Paleontología (escribió El Mundo Perdido) , a los misterios y a las bromas, que vivía en la zona ( era vecino de Charles Dawson) y tuvo acceso a los restos.
Probablemente la verdad no se sabrá nunca .
Algunos de los ejemplos mas claros son el puño del Coloso de Rodas o los descubrimientos vikingos en América.
En julio de 1987 se descubrió en aguas del puerto de Rodas una piedra de una tonelada que semejaba un puño y que fue considerado un fragmento del mítico Coloso de Rodas, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Finalmente, resultó ser una simple roca arañada por una draga portuaria.
Los descubrimientos vikingos en América son un caso aparte , ya que sólo algunos se han demostrado falsos y entre los considerados falsos siguen contando con defensores que creen en su autenticidad como el caso del mapa de Vinlandia ( llamado el descubrimiento cartográfico más emocionante del siglo ).
El mapa fue dado a conocer públicamente en 1965, después de cinco años de estudios del Museo Británico y la Universidad de Yale .
Se trata de un plano medieval en pergamino en el que además de Islandia y Groenlandia figura Vinlandia, el lugar de Norteamérica en el que recalaron, según las crónicas, los vikingos. La falsificación, realizada en 1922, era perfecta: incluso se había insertado el mapa entre dos colecciones de pergaminos medievales auténticos, la Hystoria tartarorum y el Speculum ffistoriale, con picaduras de insectos que coincidían.
El asunto se descubrió merced a un análisis espectográfico de la tinta: contenía un producto químico moderno. El falsificador era un profesor de historia yugoslavo, Luka Jelic, despechado porque nadie daba crédito a sus teorías.
Vamos a ver en detalle alguno de los fraudes mas conocidos de la historia de la arqueología .
Las pinturas rupestres de Zubialde
La historia comienza en abril de 1990 . Serafín Ruiz Selfa , estudiante de historia aficionado a la espeleología , supuestamente se encontró en las inmediaciones del monte Gorbea, en la parte de Álava, con la entrada de una cueva que supuestamente había permanecido oculta hasta entonces. Se internó y se topó con la gran sorpresa: pinturas rupestres de todo tipo, desde un mamut hasta rinocerontes lanudos pasando por símbolos, manos, cabras y bisontes. Los dibujos se conservaban en un perfecto estado y constituían un hallazgo prehistórico fabuloso, a la altura de Altamira o Lascaux, se dijo. La caverna pasó a llamarse Zubialde, por la proximidad del río del mismo nombre .
Ruiz presentó su descubrimiento a la Diputación de Álava, que se frotó las manos. El entonces diputado general, Alberto Ansola calificó el hallazgo de "santuario rupestre" ( se llegó a denominar desde la Diputación alavesa como la "capilla sixtina del arte rupestre" ) . La recompensa para Ruiz ascendió a 12,5 millones de las antiguas pesetas. Varios antropólogos vascos concluyeron que las pinturas tenían 13.000 años de antigüedad ( período Magdaleniense ) .
Tres profesores vascos de arte prehistórico, Jesús Altuna, Juan María Apellániz e Ignacio Barandiarán, presentaron en agosto de 1992 un informe sobre la cueva, calificado por los expertos como el estudio "más importante que se ha realizado en el mundo sobre unas pinturas", en el que participaron los laboratorios del museo del Louvre y miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas .
El semanario "The European" publicaba diez días después de la rueda de prensa un artículo de los arqueólogos Jill Cook del Museo Británico y Peter Ucko de la Universidad de Southampton, que se habían dado cuenta nada más ver las fotografías publicadas en los periódicos que aquel hallazgo era un fraude . Decían que los mamuts y rinocerontes representados en Zubialde habían desaparecido del sur de Europa miles de años antes de que pudieran ser pintados por algún hombre y que habían otros detalles anacrónicos como unos dibujos en perspectiva que tampoco podían ser de esa época . Meses después, otros científicos españoles llegaban a la misma conclusión.
El presidente de la Asociación internacional de arte rupestre, Jean Clothes, disculpó que en un primer momento se dieran las pinturas como antiguas porque era "la mejor falsificación de la historia" que había visto .
En definitiva, aquel hallazgo era un completo fraude.
Los análisis demostraron que la mayoría de las pinturas, 102 en total, fueron realizadas en los meses anteriores al descubrimiento, y el resto presentaban tal cantidad de paralelismos con las anteriores que parecían realizadas también en época muy moderna.
Los profesores consideraron que el falsificador poseía un gran conocimiento del arte prehistórico y además utilizó los mismos materiales que los hombres de aquella época, es decir, pigmentos naturales ocres y manganesos, mezclados con agua.
Los expertos expusieron varias pruebas "corrientes" de la falsificación "aparte de los análisis de laboratorio". Así, se detectaron incrustados en las pinturas restos como patas de araña o de insectos, que no se pueden conservar miles de años.
También se comprobó que el artista había pintado a las cabras montesas con cola larga, algo que no hubiera hecho jamás un hombre prehistórico, que las veía todo el día, o pintó las defensas del mamut por delante de la trompa, cuando salían por detrás.
Uno de los datos que más se destacó una vez conocida la farsa de las pinturas fue que se habían encontrado restos de estropajo de cocina en las pinturas, a las que el falsificador había frotado para dar sensación de gastadas , parece ser que Sacaron hasta las marcas, Vileda y Scotch Brite .
La policía vasca que se encargó del estudio de las fotografías que había aportado Serafín, descubrió que habían sido retocadas. Ni siquiera lo había hecho mediante algún medio digital, había falsificado aquellas fotos con un sencillo rotulador.
Los autores del informe definitivo no quisieron acusar al descubridor de las cuevas de haber sido el falsificador, pero el Tribunal Supremo le ordenó en octubre de 2000 devolver a la Diputación de Álava los doce millones y medio de pesetas que le había entregado por su "descubrimiento".
El hombre de Piltdown
En una cantera cercana a Piltdown (un pequeño pueblo de Sussex, Inglaterra ) , un trabajador encontró un hueso que llevó a Charles Dawson, un abogado y arqueólogo aficionado. Se trataba de un fragmento de parietal humano, de color oscuro. Más tarde, el propio Dawson recogió en el mismo lugar otro fragmento mayor, perteneciente a un hueso frontal.
Enseguida, Dawson puso en conocimiento de lo ocurrido a Arthur Smith Woodward, un eminente paleontólogo, quien inmediatamente comprendió el interés del hallazgo. En el verano de 1912 se llevaron a cabo nuevas exploraciones del terreno, asumiendo que los obreros, en el curso de sus trabajos, habían roto un cráneo y dispersado los pedazos. Entre Dawson y Smith Woodward encontraron otras partes del mismo cráneo (incluso la mandíbula) además de restos de animales y algunas piedras talladas .
El 18 de diciembre de 1912, Charles Dawson y Smith Woodward presentaron su descubrimiento a la Sociedad Geológica de Londres. Smith Woodward reconstruyó el cráneo como quien arma un rompecabezas en el que faltan varias piezas.
Consideró que se trataba de una forma muy primitiva, de alrededor de 500 mil años de antigüedad, y le dio el nombre de su descubridor, Eoanthropus dawsonii (Hombre de la Aurora de Dawson).
La prensa inglesa recogió en primera plana la noticia: el Hombre de Piltdown era el eslabón perdido en el proceso evolutivo de la Humanidad . En aquellos años, los restos fósiles de homínidos se reducían a algunos restos de Neanderthal y de Cro-Magnon, que claramente estaban mucho más próximos al hombre moderno que el cráneo hallado en Piltdown.
Sir Arthur Keith, que era por entonces el principal experto en anatomía del Colegio de Cirujanos de Londres, consideró que el cráneo estaba mal reconstruido. Pensaba que su capacidad debía ser mayor de los 1.070 c. c. que se le habían asignado y que debía parecerse más a, como él mismo dijo, "un burgués de Londres". Keith hizo su propia reconstrucción utilizando moldes de los fragmentos, obteniendo un volumen de 1.500 c. c.
En 1913, Dawson llevó al yacimiento al que sería con el tiempo un filósofo y paleontólogo célebre, el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, quien estudiaba por entonces en el vecino seminario de Hastings. Ambos hallaron un canino que fue atribuido al fragmento de maxilar hallado anteriormente, y que reforzó los caracteres simiescos que se le atribuían. Posteriores exploraciones del yacimiento, en 1915, pusieron al descubierto fragmentos pertenecientes a los cráneos de otros dos individuos .
Estos restos fueron aceptados por la comunidad científica sin mayores análisis, debido principalmente a que era perfecto e idéntico a la idea de aquella época sobre el eslabón perdido. La idea de esa época era que el eslabón tenía que haber tenido un gran cerebro pero igualmente presentar rasgos simiescos, y posteriormente haber evolucionado a una apariencia humana .
No obstante, comenzaron a surgir cada vez más interrogantes sobre la antigüedad y el origen de esos restos. El paleontólogo francés Boule dijo lo evidente: era una "asociación paradójica". El Hombre de Piltdown tenía un cerebro extrañamente moderno en un cuerpo muy primitivo.
Las principales dudas provenían del resto de la comunidad cientifica , se iban haciendo descubrimientos en paleontología , por ejemplo en la década de los 20 llegaron noticias del descubrimiento en Sudáfrica de los Australopithecus, antepasados del hombre en los que se advertía que la mandíbula y los dientes se hacían "humanos" más rápido que el cráneo , los paleoantropólogos británicos negaron que los fósiles sudafricanos fueran algún antepasado del hombre, sin embargo , a medida que nuevos descubrimientos se hacían en todo el mundo, se volvía más y más evidente que el hombre de Piltdown no encajaba en ninguna parte.
Un dentista y arqueólogo aficionado de Clapham, Alvan T. Marston, descubridor del fósil de Swanscombe, se dedicó a estudiar a fondo los materiales hallados por Dawson y Smith Woodward, que estaban en el Museo Británico de Historia Natural. En la primavera de 1936 llegó a la conclusión de que el canino de la mandíbula de Piltdown pertenecía a un mono. Se basó en la forma de la raíz: mientras la raíz del canino humano es derecha, la del Hombre de Piltdown era curva. Estudió también los caninos de los restos de Homo Erectus hallados en Choukoutien, China, y pudo ver que todos tenían las raíces rectas. La abrasión excesiva del diente indicaba una dieta y una función propia de un mono. Marston consideró que se trataba de la mandíbula de un chimpancé, algo sospechado por el paleontólogo Ales Hrdlicka.
En julio de 1936, Marston publicó en el British Dental Journal un artículo en el que afirmaba que aquella mandíbula era de un animal. Ese año reiteró su hipótesis en la Royal Society of Medicine y en el Journal of the Royal Anthropological Institute. Marston además llamó la atención sobre el color chocolate de la mandíbula de Piltdown, que atribuyó a que había sido tratada con una solución conservadora de bicromato, y que el color original de aquel hueso había sido gris.
Como consecuencia de estas indagaciones, otro científico tuvo la idea de efectuar un examen microscópico de la dentición de los restos de Piltdown.
El estudio reveló la presencia de finas marcas de raspado, que sugerían la aplicación de un instrumento abrasivo. Además había una notable diferencia entre el contenido de flúor entre el cráneo y la mandíbula. La conclusión fue que la mandíbula era moderna y el cráneo mucho más antiguo.
Al perforar la mandíbula de Piltdown se vio que el color, que se había atribuido a la impregnación por hierro, era superficial, y originado en el bicromato potásico con que fue tratado artificialmente el hueso. En conclusión, la mandíbula era de un orangután y el canino había sido añadido posteriormente. La aplicación de hierro y bicromato había sido hecha para obtener el mismo color del cráneo. En 1953 se asumió oficialmente que el Hombre de Piltdown era un fraude magistral . Uno de los más grandes fraudes en la historia de la paleoantropología , porque se creyó verdadero durante cuarenta y cinco años .
Nadie sabe quién perpetró el fraude, y algunos lo atribuyen a los descubridores originales, señalando sobre todo a Dawson, motivado por el hecho de que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano, mientras que en el resto de Europa y fundamentalmente en África sí.
Sin embargo, el profesor Douglas dejó a su muerte una cinta magnética en la que señalaba que el autor de la falsificación fue el archifamoso profesor Sollas, que pretendía con ello desprestigiar a su rival Woodward .
Los fundamentalistas cristianos afirmaron que se trató de una conspiración científica para hacer aceptable la idea de la evolución humana (estos grupos creen que la narración bíblica de la Creación debe ser interpretada literalmente). El renombrado científico y divulgador norteamericano Stephen Jay Gould puso el foco en Dawson y Teilhard de Chardin. Otros sospechosos son Arthur Smith Woodward, su adversario el zoólogo Martin A. C. Hinton y hasta Sir Arthur Conan Doyle, el autor de los relatos de Sherlock Holmes, aficionado a la Paleontología (escribió El Mundo Perdido) , a los misterios y a las bromas, que vivía en la zona ( era vecino de Charles Dawson) y tuvo acceso a los restos.
Probablemente la verdad no se sabrá nunca .