En la historia de la exploración espacial existen episodios desconocidos, proyectos cancelados y secretos militares que todavía hoy se mantienen bajo llave. Un cado de cultivo perfecto que ha alimentado teorías, rumores y conspiraciones de todo tipo durante décadas.
Pero entre todos esos relatos, pocos han generado tanta fascinación como la misión Apolo 20 (Apollo XX), una supuesta misión secreta a la Luna, realizada conjuntamente por Estados Unidos y la Unión Soviética en los años 70, para investigar una nave extraterrestre abandonada.El atractivo de esta leyenda urbana de Internet reside precisamente en una mezcla de verosimilitud técnica, la estética retro y un relato cuidadosamente construido que juega con las grietas históricas del programa Apolo de la NASA. Para comprender cómo nació y por qué tanta gente llegó a creer en ella, es necesario viajar a la década de los setenta, repasar los silencios del programa lunar y seguir el rastro de un enigmático usuario de YouTube que aseguró poseer pruebas reales de esta misión secreta a la Luna.
La semilla del mito comenzó a germinar mucho antes de la aparición de los famosos videos. Entre 1970 y 1972, mientras la NASA completaba sus últimas misiones lunares, la agencia anunció la cancelación de tres expediciones programadas: Apolo 18, Apolo 19 y Apolo 20. Las razones oficiales fueron los drásticos recortes presupuestarios, la reducción del interés político tras la conquista lunar y la necesidad de redirigir recursos hacia proyectos como el Skylab y el transbordador espacial. Una cancelación repentina que no convenció al público y dio lugar a todo tipo de especulaciones.
Antes de que el contenido se hiciera viral, algunos clips fueron publicados en Revver.com, un sitio pionero por entonces en la monetización de vídeos que permitía ganar dinero por visualización mucho antes de que YouTube tuviera su programa de socios.
Varias de las primeras piezas del bulo, incluyendo fragmentos donde se ve la supuesta nave extraterrestre en la Luna y escenas del módulo de mando, se publicaron primero en Revver y luego migraron a YouTube cuando "retiredafb" comprendió que la repercusión e impacto sería mucho mayor allí.
En estas grabaciones, supuestamente rescatadas de archivos ocultos de la NASA, se veía un módulo lunar aproximándose a la superficie de la Luna, imágenes granuladas de un paisaje desolado y el interior de una nave que recordaba a los habitáculos reales de las misiones Apolo. Pero lo que más llamó la atención fue la presencia de un objeto gigantesco, alargado, incrustado en un cráter lunar que supuestamente era una nave extraterrestre de miles de años de antigüedad, así como la aparición de un cuerpo humanoide aparentemente momificado, al que el autor bautizó como la "Mona Lisa EBE". Apollo 20 Mission Original Video
El impacto en Internet fue inmediato. Los blogs y foros de ufología o misterio se llenaron de encendidos debates al respecto. Muchos espectadores señalaron que la estética de los videos era sorprendentemente convincente, ya que incluía incluso fallos analógicos, movimientos bruscos de cámara, desenfoques, interferencias de señal, iluminación acorde con la tecnología de los años setenta y un estilo narrativo muy similar al del metraje lunar auténtico.
Uno de los elementos más llamativos (y más eficaces) para dar verosimilitud al mito del Apolo 20, fue la afirmación de que la misión había sido una operación conjunta entre las dos superpotencias de la Guerra Fría. Según la narrativa creada por "retiredafb" y desarrollada después por otros personajes, tanto Estados Unidos como la URSS habrían colaborado en 1976 para enviar una nave al cráter Izsak-D con el objetivo de inspeccionar una anomalía gigantesca observada en misiones anteriores.
Esta idea no era casual, debido a que la cooperación espacial entre ambas potencias, aunque limitada, había sido real. En 1975 tuvo lugar la misión conjunta Apollo–Soyuz Test Project, un encuentro entre ambas naves en órbita terrestre media. La existencia de esta misión histórica conjunta sirvió para dotar de credibilidad a la narrativa conspirativa.Según la historia, el comandante del Apolo 20 habría sido William Rutledge, un supuesto astronauta veterano de origen estadounidense–belga que, sin embargo, jamás existió en los registros reales de la NASA. Rutledge fue presentado como un hombre ya mayor, exiliado en Ruanda, que supuestamente actuaba como informante filtrando los videos para evitar que "la verdad se perdiera para siempre".
Rutledge afirmaba, en mensajes publicados en foros y luego recogidos por blogs y vídeos, que la misión Apolo XX fue clasificada como "ULTRA TOP SECRET", y que la URSS proporcionó un cosmonauta llamado Aleksei Leonov para la tripulación. La elección de Leonov, un héroe real de la era espacial soviética, no era casual, ya que servía para añadir una capa de verosimilitud a la historia. Pero en la vida real, Leonov negó en repetidas ocasiones haber participado en nada remotamente parecido.
La historia empezó a ganar solidez aparente en 2007, cuando el periodista y escritor italiano Luca Scantamburlo publicó una serie de artículos y entrevistas en las que afirmaba haber mantenido conversaciones directas con el propio Rutledge. Scantamburlo se convirtió así en una de las voces que más contribuyeron a dar legitimidad al relato, pues presentó sus textos como investigaciones serias y detalladas.
En sus entrevistas, Rutledge describía con precisión cómo había sido reclutado para formar parte de una misión supuestamente conjunta con cosmonautas soviéticos, mencionaba protocolos de entrenamiento, lugares inaccesibles y nombres de astronautas cuya participación jamás pudo verificarse. También narraba que el lanzamiento del Apolo 20 habría tenido lugar desde la base de Vandenberg, en California, un lugar donde la NASA nunca llevó a cabo misiones tripuladas, pero ideal para reforzar la sensación de clandestinidad.
La combinación de revelaciones personales, una narración que mezclaba ciencia, Guerra Fría y misterio, y un soporte visual aparentemente convincente, permitió que la historia circulara con rapidez y fuese tomada en serio por un sector del público, especialmente en foros y comunidades interesadas en la ufología.
Durante meses, miles de personas en todo el mundo debatieron si aquello podía ser real. El vídeo se hizo viral en Internet, y tuvo tal impacto que, en paralelo, varios investigadores de la historia espacial y expertos en efectos visuales iniciaron un análisis exhaustivo del material.
Los estudios revelaron rápidamente que el supuesto metraje contenía inconsistencias imposibles de ignorar. Por ejemplo, varios paneles de control mostrados en los videos estaban construidos con piezas de maquetas de plástico que podían adquirirse en cualquier tienda de modelismo. Las inscripciones en los instrumentos no coincidían con las utilizadas por la NASA y algunas estaban claramente hechas a mano con rotulador.
Los trajes espaciales exhibían un diseño híbrido que mezclaba características de distintos modelos genuinos, pero ningún ingeniero especializado reconoció en ellos la construcción real de un traje presurizado. En otras escenas, el interior del módulo presentaba elementos estructurales incompatibles con cualquier diseño del programa Apolo. El ingeniero de la NASA, Paul Sejd, uno de los expertos que analizó las imágenes, comentó: «Lo que aparece en esos videos no coincide con ninguna cabina del programa Apolo. Hay errores estructurales que solo un aficionado o un artista pasaría por alto».
Uno de los hallazgos más decisivos fue la identificación de partes exactas del metraje tomadas de misiones auténticas, especialmente del Apolo 15. Estas imágenes habían sido reencuadradas, distorsionadas o superpuestas con ruido analógico artificial para darles un aire envejecido. Esta técnica sugería un trabajo deliberado de edición más que la existencia de material original clasificado.Las supuestas tomas del "objeto extraterrestre" en el cráter coincidían, en cuanto a ubicación, con una formación geológica real fotografiada por el Apolo 15. Esta estructura, alargada y oscura, había sido objeto de especulaciones desde hacía años, pero los geólogos lunares nunca vieron en ella nada que justificara una explicación artificial.
Con el paso del tiempo, la investigación apuntó hacia el creador del material: el cineasta y artista francés Thierry Speth. Aunque nunca elaboró una confesión pública formal, sí reconoció haber participado en la creación de este tipo de material como parte de un proyecto artístico experimental. Además, varios colaboradores suyos admitieron haber trabajado en escenografías similares a las que aparecen en los videos. De esta forma, la autoría humana y contemporánea de las cintas quedó prácticamente demostrada.
Curiosamente, la fotografía que originó la historia, la extraña formación alargada captada por el Apolo 15 en la región de Izsak-D, ha seguido siendo reinterpretada por los entusiastas del misterio. Desde un punto de vista geológico, nada indica que sea un objeto artificial. Pero su forma peculiar y el contexto narrativo que se construyó a su alrededor, la elevaron a la categoría de icono visual del mito. Para la NASA, se trata simplemente de una pareidolia causada por el terreno lunar.
La supuesta Misión Apolo 20 es uno de los bulos (hoax) más populares de la era digital. En la subcultura de Internet, donde una imagen puede reinventarse infinitas veces, no es extraño en realidad que un simple accidente geológico acabara transformado en la columna vertebral de una conspiración global.
«Cuando la Historia deja huecos, la imaginación los rellena. Siempre ha sido así»
Palabras de Eugene Cernan en 1999, el último hombre en pisar la Luna.




