El descubrimiento de oro a finales del siglo XIX en el río Yukón y especialmente en uno de sus afluentes, el río Klondike, provocó la conocida como Fiebre del oro de Alaska o Fiebre del oro de Klondike (Klondike Gold Rush). Miles de aventureros se desplazaron hasta el lugar en busca de fortuna en una época de crisis financiera en la economía estadounidense, con una elevada tasa de desempleo. Esta fiebre del oro duró en realidad apenas tres años en los que la ciudad más cercana al lugar, Dawson City, vió como su población pasó de 500 habitantes a más de 30.000.
Las tribus indígenas del norte de América ya conocían la existencia de oro en la región, cuando los primeros aventureros y buscadores de oro americanos llegaron a Alaska comenzaron a extenderse a lo largo de la ruta del río Yukón estableciendo acuerdos con las tribus nativas que se dedicaban principalmente a la caza y la pesca.
En 1883 el conocido experto en prospecciones Ed Schieffelin encontró varios depósitos de oro en el río Yukón, poco después, en 1886, una expedición por el río Fortymile, otro afluente del Yukón, encontró un cantidad importante de oro en el lugar y fundó Fortymile City. Se extrajeron importantes cantidades de oro y la ciudad recién creada pasó a tener más de 1.200 habitantes con teatros, escuelas y salones, sin embargo su éxito duró poco, en ese mismo año se descubrieron pequeñas cantidades de oro cerca del lugar, en el río Klondike, lo que esta vez sí desató una auténtica fiebre del oro, convirtiendo la recien creada Fortymile City en una ciudad casi fantasma en muy poco tiempo.
El 16 de agosto de 1896 el buscador de oro norteamericano George Carmack encontró pepitas de oro en un brazo del río Klondike conocido como Rabbit Creek, situado en territorio canadiense, en el límite de la frontera con Alaska y que pasó a denominarse Bonanza Creek. Rápidamente reclamó oficialmente varios tramos del río para poder extraer el oro, extendiéndose las noticias del hallazgo a otros campamentos mineros establecidos en el valle del río Yukón.
En pocos días, todo el tramo de Bonanza Creek había sido ya reclamados por los buscadores de oro, algunos empezaron a buscar en otros tramos del río encontrándose nuevas fuentes de oro más ricas que las de Bonanza Creek (que ya se conocía en esos momentos como Eldorado Creek), otros mineros vendían sus derechos de explotación de algunos tramos a nuevos aventureros que iban llegando al lugar en busca de fortuna. Las noticias de los hallazgos sin embargo no habían llegado aún a otros lugares, cuando a principios de 1897 salieron los primeros barcos con parte del oro allí encontrado, la historia de los descubrimientos se extendió y se desató la llamada Fiebre del oro de Alaska.
Entre julio de 1897 y el verano de 1898 se produjo una auténtica estampida en la que cerca de 100.000 personas intentaron llegar a a los yacimientos de oro de Klondike, lo consiguieron entre 30.000 y 40.000, entre los que se encontraban también escritores, fotógrafos y periodistas que denominaron a esta migración masiva como la Fiebre del oro de Klondike.
La difícil situación económica de Estados Unidos en la época tuvo también una influencia decisiva en este éxodo masivo en busca de oro, además los periódicos promovían este espíritu de aventura con titulares y noticias que inspiraron a muchos buscadores de oro y aventureros.
Muchos de los buscadores eran vendedores o empleados sin experiencia en la minería pero que no dudaron en dejar sus trabajos para unirse a la fiebre del oro, entre ellos destaca el caso de William D. Wood, alcalde de Seattle, que dimitió de su cargo para fundar una empresa de buscadores, o de gran parte de los conductores de tranvías también de la ciudad de Seattle que dejaron sus puestos para ir a Klondike.
En los medios se empezó a usar el término "Klondicitis" debido a la cantidad de productos y marcas que surgieron en poco tiempo con el nombre de Klondike, también se publicaron numerosas guías sobre consejos, rutas y el equipo necesario para buscar oro en Alaska.
Llegar hasta Klondike entrañaba no pocas dificultades, se trata de una región montañosa con ríos sinuosos y muchos tramos intransitables además de unas temperaturas en invierno (de octubre a junio) que podía alcanzar los -30 °. Cuando comenzó esta migración masiva, el gobierno canadiense estableció ciertas reglas para cualquier persona que entrara en el territorio del Yukón, entre ellas, debía llevar consigo provisiones para sobrevivir un año, lo que provocó que cada viajero tuviera que cargar con cerca de una tonelada entre alimentos y herramientas, disparándose el alquiler y venta de animales de carga y de tiro.
Se establecieron varias rutas principales para llegar al lugar. Rutas por agua, partiendo desde Seattle o San Francisco viajaban por mar hasta los puertos de Alaska y desde ahí navegando el río Yukón hasta Klondike y Dawson City, era la ruta más larga con 7.600 kilómetros pero también la más cómoda para los viajeros, se la conoció como la ruta del hombre rico debido a los elevados precios de los pasajes.
Las Rutas por tierra partían en su mayoría de Dyea y Skagwa, en el sur de Alaska, desde donde los viajeros tenían que recorrer cerca de 50 kilómetros por las cadenas montañosas del Yukón en Canadá para seguir posteriormente la red fluvial hasta Klondike.
Eran rutas especialmente duras, con lagos helados, el constante peligro de avalanchas e inclinadas pendientes que tenían que sortear con el peso añadido de los suministros que llevaban. Cuando conseguían llegar al lago Bennett, la mayoría construyeron botes y balsas para recorrer río abajo los 800 kilómetros que les faltaba hasta Dawson City. Aunque no se conocen cifras exactas, se calcula que varios cientos de aventureros murieron en estas rutas terrestres. Existieron además otras rutas alternativas como la denominada ruta canadiense para los ciudadanos de Canadá que partieron desde diversos puntos del país hasta Klondike.
De entre las 30.000 y 40.000 personas que llegaron a Dawson City durante la fiebre del oro, se calcula que la mitad se convirtieron finalmente en buscadores de oro, de los cuales 4.000 acabaron encontrando oro y solo unos pocos cientos de ellos se hicieron ricos. La región contaba con numerosas vetas de oro, además de pepitas de oro en el río y el conocido como polvo de oro de los yacimientos, los buscadores encontraron también oro en diversos lugares haciendo excavaciones cada vez más alejadas del sitio original ya que en 1898 se habían registrado más de 10.000 reclamaciones de explotación.
Las excavaciones tampoco eran sencillas, mientras que cualquiera podía reclamar su terreno y ponerse a excavar, una operación minera más elaborada requería de una fuerte inversión ya que se necesitaba una gran cantidad de madera para quemar y fundir el hielo además de otros elementos como construir zanjas, presas etc... En algunos casos el esfuerzo merecía la pena, los arroyos del Klondike eran extremadamente ricos y en algunos lugares como Eldorado Creek se extrajeron cerca de 18 millones de dólares (de la época) en oro en apenas dos años.
Registrar una demanda de terreno para reclamar los derechos mineros costaba 15 dólares de la época (cerca de 400$ actuales) que daba derecho a explotar ese lugar durante un año, anualmente debían de pagar además una cuota de 100$ para mantener su derecho. Si el lugar de explotación era abandonado más de 3 días otra persona podía presentar una reclamación por el terreno. También se hizo negocio con la compra y venta de estos derechos, su valor variaba en función de si se podía demostrar que se había encontrado oro o no en ese lugar concreto. Eldorado Creek fue vendido por 350.000$ de la época, más de 280 millones de dólares actuales.
Aunque numerosas personas hicieron fortuna y las noticias atrajeron a más gente, no todos los buscadores encontraron oro en Alaska y la mayoría de ellos acabaron casi en la indigencia, vendiendo su equipo y regresando al sur a sus lugares de origen o entrando a trabajar en las explotaciones de otros.
Esta fiebre del oro de Alaska supuso un enorme crecimiento de las ciudades, asentamientos y puertos que se encontraban en las rutas a los yacimientos de oro, especialmente la ciudad de Dawson City, el centro neurálgico donde se establecieron la mayoría de buscadores. Los puertos de Dyea y Skagway se ampliaron construyéndose muelles, almacenes, salones y oficinas. Skagway pasó a tener en el verano de 1898 más de 20.000 habitantes convirtiéndose en la ciudad más grande de Alaska y también la más peligrosa ya que abundaba la bebida, las armas y la prostitución. Conocidos gangsters como Soapy Smithse se trasladaron a Skagway donde organizaron sus actividades mafiosas. Este "boom" afectó también a otras ciudades como Edmonton en Canadá que pasó de 1.200 habitantes a más de 4.000 en apenas un año o a ciudades más alejadas como San Francisco, Seattle, Portland o Vancouver.
El mayor crecimiento sin duda lo experimentó Dawson City. La ciudad fue construida al principio de la fiebre del oro cuando dos hombres compraron 75 hectáreas de terreno en la confluencia de los ríos Yukón y Klondike para establecer allí una ciudad. En el invierno de 1896, poco meses después de encontrar por primera vez oro en el lugar la ciudad ya contaba con 500 habitantes. En la primavera de 1898 la población de Dawson City aumentó hasta más 30.000 personas mientras iban llegando más viajeros.
Debido a lo rápido que se tuvo que construir la ciudad, no contaba con agua corriente ni alcantarillado y muchas de las calles estaban sin pavimentar. Además, la mayoría de las casas eran de madera calentándose con estufas y con una iluminación a base de velas y lámparas de aceite lo que provocó numerosos incendios que se propagaban en muy poco tiempo. Los precios de las parcelas para construirse una casa eran muy altos, incluso los alquileres de pequeñas cabañas podían rondar los 100$ al mes (2.700 dólares). Unos precios que en realidad estaban acordes con el alto coste de la vida en Dawson City, un lugar alejado y de difícil acceso donde hacer llegar los suministros era caro y lento. Esto hizo que el precio de casi cualquier cosa se disparara, especialmente de los alimentos frescos, pudiendo en algunos momentos llegar a pagar sus habitantes hasta 3$ (81$ actuales) por un huevo o un dólar (27$ actuales) por una manzana. Diversas enfermedades como el escorbuto, la disentería o el tifus encontraron su caldo de cultivo perfecto en estas condiciones y la ciudad sufrió varias epidemias.
A pesar de todo ello, Dawson City era una ciudad en auge y donde los buscadores que habían encontrado oro querían disfrutar de su fortuna, la mayoría de ellos hombres ya que solo el 12% de sus habitantes eran mujeres y apenas había niños por la peligrosidad del viaje.
La ciudad contaba con salones que estaban abiertos las 24 horas donde se podía apostar, jugar, beber whisky o bailar, muchos de los pagos se realizaban en bolsitas de polvo de oro. A diferencia de las ciudades estadounidenses a las que afectó esta fiebre del oro, la ciudad canadiense de Dawson City apenas tuvo altercados importantes y los índices de delincuencia fueron relativamente bajos.
Como la mayoría de las fiebres del oro en la historia, la migración se produjo de forma apresurada y masiva, durando la búsqueda de oro pocos años. Ya en el verano de 1898 muchos de los buscadores de Dawson City se vieron incapaces de ganarse la vida y se volvieron a sus casas, poco a poco la fiebre del oro de Klondike dejó de aparecer en los titulares y se fue apagando. La puntilla para la ciudad fue cuando se empezó a encontrar oro poco después en otros lugares de Alaska y Canadá. En la primera semana de agosto de 1899, más de 8.000 personas dejaron Dawson City para dirigirse a probar suerte en otra parte. La fiebre del oro de Klondike se había terminado y con ella también la de Alaska que duraría poco tiempo más.
De las decenas de miles de personas que fueron en busca de oro a Klondike solo unas pocas se hicieron ricos. Se estima que cada uno de ellos se gastó un promedio de 1.000$ para llegar a la región, una cantidad total que es superior al oro extraído entre 1897 y 1901. La mayoría de los que hicieron fortuna la perdieron a los pocos años, algunos de ellos intentando probar suerte en otros yacimientos de oro. Su descubridor, George Carmack, se separó de su esposa, se volvió a casar y vivió el resto de su vida de forma próspera gracias al oro extraído esos años.
Otros de los grandes damnificados fueron los indios nativos, quienes prosperaron esos años gracias a su trabajo como guías o comerciantes pero que sufrieron el enorme impacto ambiental de la minería en los ríos y en los bosques. Su población se redujo drásticamente al terminar la fiebre del oro y fueron trasladados a una pequeña reserva.
Dawson City fue declinando lentamente, sin embargo la extracción de oro se mantiene hasta hoy en día. La ciudad pasó de los más de 30.000 habitantes en pleno apogeo de la fiebre del oro a poco más de 2.000 en 1912, actualmente cuenta con algo más de 1.300 habitantes. En el año 2005 se anunció que se habían extraído hasta la fecha 570 toneladas de oro. El puerto de Skagway también se redujo notablemente y el puerto de Dyea quedó abandonado siendo actualmente una ciudad fantasma.
Hoy en día, la fiebre del oro de Klondike forma parte fundamental de la historia y cultura de Alaska. Muchos de los lugares que fueron testigos de esta "estampida" son hoy conocidos lugares turísticos que en muchos casos han servido de inspiración para numerosas películas y novelas. A pesar de su impacto ecológico, la construcción de ferrocarriles, nuevas carreteras y ampliación de las ciudades contribuyeron notablemente al desarrollo económico de toda la región.
Las tribus indígenas del norte de América ya conocían la existencia de oro en la región, cuando los primeros aventureros y buscadores de oro americanos llegaron a Alaska comenzaron a extenderse a lo largo de la ruta del río Yukón estableciendo acuerdos con las tribus nativas que se dedicaban principalmente a la caza y la pesca.
En 1883 el conocido experto en prospecciones Ed Schieffelin encontró varios depósitos de oro en el río Yukón, poco después, en 1886, una expedición por el río Fortymile, otro afluente del Yukón, encontró un cantidad importante de oro en el lugar y fundó Fortymile City. Se extrajeron importantes cantidades de oro y la ciudad recién creada pasó a tener más de 1.200 habitantes con teatros, escuelas y salones, sin embargo su éxito duró poco, en ese mismo año se descubrieron pequeñas cantidades de oro cerca del lugar, en el río Klondike, lo que esta vez sí desató una auténtica fiebre del oro, convirtiendo la recien creada Fortymile City en una ciudad casi fantasma en muy poco tiempo.
El 16 de agosto de 1896 el buscador de oro norteamericano George Carmack encontró pepitas de oro en un brazo del río Klondike conocido como Rabbit Creek, situado en territorio canadiense, en el límite de la frontera con Alaska y que pasó a denominarse Bonanza Creek. Rápidamente reclamó oficialmente varios tramos del río para poder extraer el oro, extendiéndose las noticias del hallazgo a otros campamentos mineros establecidos en el valle del río Yukón.
En pocos días, todo el tramo de Bonanza Creek había sido ya reclamados por los buscadores de oro, algunos empezaron a buscar en otros tramos del río encontrándose nuevas fuentes de oro más ricas que las de Bonanza Creek (que ya se conocía en esos momentos como Eldorado Creek), otros mineros vendían sus derechos de explotación de algunos tramos a nuevos aventureros que iban llegando al lugar en busca de fortuna. Las noticias de los hallazgos sin embargo no habían llegado aún a otros lugares, cuando a principios de 1897 salieron los primeros barcos con parte del oro allí encontrado, la historia de los descubrimientos se extendió y se desató la llamada Fiebre del oro de Alaska.
Entre julio de 1897 y el verano de 1898 se produjo una auténtica estampida en la que cerca de 100.000 personas intentaron llegar a a los yacimientos de oro de Klondike, lo consiguieron entre 30.000 y 40.000, entre los que se encontraban también escritores, fotógrafos y periodistas que denominaron a esta migración masiva como la Fiebre del oro de Klondike.
La difícil situación económica de Estados Unidos en la época tuvo también una influencia decisiva en este éxodo masivo en busca de oro, además los periódicos promovían este espíritu de aventura con titulares y noticias que inspiraron a muchos buscadores de oro y aventureros.
Muchos de los buscadores eran vendedores o empleados sin experiencia en la minería pero que no dudaron en dejar sus trabajos para unirse a la fiebre del oro, entre ellos destaca el caso de William D. Wood, alcalde de Seattle, que dimitió de su cargo para fundar una empresa de buscadores, o de gran parte de los conductores de tranvías también de la ciudad de Seattle que dejaron sus puestos para ir a Klondike.
En los medios se empezó a usar el término "Klondicitis" debido a la cantidad de productos y marcas que surgieron en poco tiempo con el nombre de Klondike, también se publicaron numerosas guías sobre consejos, rutas y el equipo necesario para buscar oro en Alaska.
Llegar hasta Klondike entrañaba no pocas dificultades, se trata de una región montañosa con ríos sinuosos y muchos tramos intransitables además de unas temperaturas en invierno (de octubre a junio) que podía alcanzar los -30 °. Cuando comenzó esta migración masiva, el gobierno canadiense estableció ciertas reglas para cualquier persona que entrara en el territorio del Yukón, entre ellas, debía llevar consigo provisiones para sobrevivir un año, lo que provocó que cada viajero tuviera que cargar con cerca de una tonelada entre alimentos y herramientas, disparándose el alquiler y venta de animales de carga y de tiro.
Se establecieron varias rutas principales para llegar al lugar. Rutas por agua, partiendo desde Seattle o San Francisco viajaban por mar hasta los puertos de Alaska y desde ahí navegando el río Yukón hasta Klondike y Dawson City, era la ruta más larga con 7.600 kilómetros pero también la más cómoda para los viajeros, se la conoció como la ruta del hombre rico debido a los elevados precios de los pasajes.
Las Rutas por tierra partían en su mayoría de Dyea y Skagwa, en el sur de Alaska, desde donde los viajeros tenían que recorrer cerca de 50 kilómetros por las cadenas montañosas del Yukón en Canadá para seguir posteriormente la red fluvial hasta Klondike.
Eran rutas especialmente duras, con lagos helados, el constante peligro de avalanchas e inclinadas pendientes que tenían que sortear con el peso añadido de los suministros que llevaban. Cuando conseguían llegar al lago Bennett, la mayoría construyeron botes y balsas para recorrer río abajo los 800 kilómetros que les faltaba hasta Dawson City. Aunque no se conocen cifras exactas, se calcula que varios cientos de aventureros murieron en estas rutas terrestres. Existieron además otras rutas alternativas como la denominada ruta canadiense para los ciudadanos de Canadá que partieron desde diversos puntos del país hasta Klondike.
De entre las 30.000 y 40.000 personas que llegaron a Dawson City durante la fiebre del oro, se calcula que la mitad se convirtieron finalmente en buscadores de oro, de los cuales 4.000 acabaron encontrando oro y solo unos pocos cientos de ellos se hicieron ricos. La región contaba con numerosas vetas de oro, además de pepitas de oro en el río y el conocido como polvo de oro de los yacimientos, los buscadores encontraron también oro en diversos lugares haciendo excavaciones cada vez más alejadas del sitio original ya que en 1898 se habían registrado más de 10.000 reclamaciones de explotación.
Las excavaciones tampoco eran sencillas, mientras que cualquiera podía reclamar su terreno y ponerse a excavar, una operación minera más elaborada requería de una fuerte inversión ya que se necesitaba una gran cantidad de madera para quemar y fundir el hielo además de otros elementos como construir zanjas, presas etc... En algunos casos el esfuerzo merecía la pena, los arroyos del Klondike eran extremadamente ricos y en algunos lugares como Eldorado Creek se extrajeron cerca de 18 millones de dólares (de la época) en oro en apenas dos años.
Registrar una demanda de terreno para reclamar los derechos mineros costaba 15 dólares de la época (cerca de 400$ actuales) que daba derecho a explotar ese lugar durante un año, anualmente debían de pagar además una cuota de 100$ para mantener su derecho. Si el lugar de explotación era abandonado más de 3 días otra persona podía presentar una reclamación por el terreno. También se hizo negocio con la compra y venta de estos derechos, su valor variaba en función de si se podía demostrar que se había encontrado oro o no en ese lugar concreto. Eldorado Creek fue vendido por 350.000$ de la época, más de 280 millones de dólares actuales.
Aunque numerosas personas hicieron fortuna y las noticias atrajeron a más gente, no todos los buscadores encontraron oro en Alaska y la mayoría de ellos acabaron casi en la indigencia, vendiendo su equipo y regresando al sur a sus lugares de origen o entrando a trabajar en las explotaciones de otros.
Esta fiebre del oro de Alaska supuso un enorme crecimiento de las ciudades, asentamientos y puertos que se encontraban en las rutas a los yacimientos de oro, especialmente la ciudad de Dawson City, el centro neurálgico donde se establecieron la mayoría de buscadores. Los puertos de Dyea y Skagway se ampliaron construyéndose muelles, almacenes, salones y oficinas. Skagway pasó a tener en el verano de 1898 más de 20.000 habitantes convirtiéndose en la ciudad más grande de Alaska y también la más peligrosa ya que abundaba la bebida, las armas y la prostitución. Conocidos gangsters como Soapy Smithse se trasladaron a Skagway donde organizaron sus actividades mafiosas. Este "boom" afectó también a otras ciudades como Edmonton en Canadá que pasó de 1.200 habitantes a más de 4.000 en apenas un año o a ciudades más alejadas como San Francisco, Seattle, Portland o Vancouver.
El mayor crecimiento sin duda lo experimentó Dawson City. La ciudad fue construida al principio de la fiebre del oro cuando dos hombres compraron 75 hectáreas de terreno en la confluencia de los ríos Yukón y Klondike para establecer allí una ciudad. En el invierno de 1896, poco meses después de encontrar por primera vez oro en el lugar la ciudad ya contaba con 500 habitantes. En la primavera de 1898 la población de Dawson City aumentó hasta más 30.000 personas mientras iban llegando más viajeros.
Debido a lo rápido que se tuvo que construir la ciudad, no contaba con agua corriente ni alcantarillado y muchas de las calles estaban sin pavimentar. Además, la mayoría de las casas eran de madera calentándose con estufas y con una iluminación a base de velas y lámparas de aceite lo que provocó numerosos incendios que se propagaban en muy poco tiempo. Los precios de las parcelas para construirse una casa eran muy altos, incluso los alquileres de pequeñas cabañas podían rondar los 100$ al mes (2.700 dólares). Unos precios que en realidad estaban acordes con el alto coste de la vida en Dawson City, un lugar alejado y de difícil acceso donde hacer llegar los suministros era caro y lento. Esto hizo que el precio de casi cualquier cosa se disparara, especialmente de los alimentos frescos, pudiendo en algunos momentos llegar a pagar sus habitantes hasta 3$ (81$ actuales) por un huevo o un dólar (27$ actuales) por una manzana. Diversas enfermedades como el escorbuto, la disentería o el tifus encontraron su caldo de cultivo perfecto en estas condiciones y la ciudad sufrió varias epidemias.
A pesar de todo ello, Dawson City era una ciudad en auge y donde los buscadores que habían encontrado oro querían disfrutar de su fortuna, la mayoría de ellos hombres ya que solo el 12% de sus habitantes eran mujeres y apenas había niños por la peligrosidad del viaje.
La ciudad contaba con salones que estaban abiertos las 24 horas donde se podía apostar, jugar, beber whisky o bailar, muchos de los pagos se realizaban en bolsitas de polvo de oro. A diferencia de las ciudades estadounidenses a las que afectó esta fiebre del oro, la ciudad canadiense de Dawson City apenas tuvo altercados importantes y los índices de delincuencia fueron relativamente bajos.
Como la mayoría de las fiebres del oro en la historia, la migración se produjo de forma apresurada y masiva, durando la búsqueda de oro pocos años. Ya en el verano de 1898 muchos de los buscadores de Dawson City se vieron incapaces de ganarse la vida y se volvieron a sus casas, poco a poco la fiebre del oro de Klondike dejó de aparecer en los titulares y se fue apagando. La puntilla para la ciudad fue cuando se empezó a encontrar oro poco después en otros lugares de Alaska y Canadá. En la primera semana de agosto de 1899, más de 8.000 personas dejaron Dawson City para dirigirse a probar suerte en otra parte. La fiebre del oro de Klondike se había terminado y con ella también la de Alaska que duraría poco tiempo más.
De las decenas de miles de personas que fueron en busca de oro a Klondike solo unas pocas se hicieron ricos. Se estima que cada uno de ellos se gastó un promedio de 1.000$ para llegar a la región, una cantidad total que es superior al oro extraído entre 1897 y 1901. La mayoría de los que hicieron fortuna la perdieron a los pocos años, algunos de ellos intentando probar suerte en otros yacimientos de oro. Su descubridor, George Carmack, se separó de su esposa, se volvió a casar y vivió el resto de su vida de forma próspera gracias al oro extraído esos años.
Otros de los grandes damnificados fueron los indios nativos, quienes prosperaron esos años gracias a su trabajo como guías o comerciantes pero que sufrieron el enorme impacto ambiental de la minería en los ríos y en los bosques. Su población se redujo drásticamente al terminar la fiebre del oro y fueron trasladados a una pequeña reserva.
Dawson City fue declinando lentamente, sin embargo la extracción de oro se mantiene hasta hoy en día. La ciudad pasó de los más de 30.000 habitantes en pleno apogeo de la fiebre del oro a poco más de 2.000 en 1912, actualmente cuenta con algo más de 1.300 habitantes. En el año 2005 se anunció que se habían extraído hasta la fecha 570 toneladas de oro. El puerto de Skagway también se redujo notablemente y el puerto de Dyea quedó abandonado siendo actualmente una ciudad fantasma.
Hoy en día, la fiebre del oro de Klondike forma parte fundamental de la historia y cultura de Alaska. Muchos de los lugares que fueron testigos de esta "estampida" son hoy conocidos lugares turísticos que en muchos casos han servido de inspiración para numerosas películas y novelas. A pesar de su impacto ecológico, la construcción de ferrocarriles, nuevas carreteras y ampliación de las ciudades contribuyeron notablemente al desarrollo económico de toda la región.
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