La catástrofe del Möhnesee, el bombardeo británico de la presa del Ruhr durante la Segunda Guerra Mundial

Entre el 16 y el 17 de mayo de 1943, Gran Bretaña iniciaba la denominada "Operación Chastise", un ataque de la Fuerza Aérea británica (RAF) contra varias presas situadas en el valle del Ruhr.

La catástrofe del Möhne, la presa tras el bombardeo
En plena Segunda Guerra Mundial, el objetivo aliado era detener la producción de armamento en esta zona de Alemania. El mayor daño lo sufrieron las presas del Möhnesee y del Edersee, cuando las bombas rompieron las estructuras causando una gran inundación que mató a cientos de personas, principalmente civiles alemanes y prisioneros de guerra soviéticos que habían sido condenados a trabajos forzados por el Tercer Reich.

El lago Möhnesee es un lago artificial que se creó con la construcción de una gran presa entre 1908 y 1913, para el suministro de agua potable a la población y abastecer a la industria en esta área del Ruhr. La presa (Möhnetalsperre) tiene una longitud de 650 metros, una altura de 40 metros, un ancho de 34 metros, siendo la barrera artificial para una capacidad de 130 millones de metros cúbicos de agua. Poco después de su construcción se convirtió en un popular destino turístico de Westfalia durante la época de la República de Weimar.

Tras la gran barrera de hormigón de la presa se encuentra el valle de Möhne, con varias aldeas y Neheim como la primera ciudad importante más cercana. También se podía visitar en la zona el antiguo monasterio Himmelpforten, construido en el siglo XIII y destruido por la inundación tras la destrucción de la presa.

Junto a los edificios residenciales, se ubicaban varias plantas industriales. La principal industria de metales de la ciudad había estado produciendo municiones y blindajes desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La escasez de mano de obra llevó a que comenzaran a utilizarse prisioneros de guerra para trabajos forzados, construyéndose en Möhnetal, cerca de las fábricas, el campo de trabajo de Möhnewiesen en 1942. Inicialmente diseñado para 700 personas, este campo de trabajos forzados albergaba en mayo de 1943 entre 1200 y 1500 trabajadores, principalmente de Europa del Este.

Vista aérea de la presa antes del bombardeo británico
Las presas de la cuenca del Rhur suministraban agua a las plantas termoeléctricas, plantas hidroeléctricas, plantas de suministro de vapor, refinerías de acero e industrias varias asociadas a la producción bélica del régimen nazi.

En 1940 se produjeron varias incursiones aéreas de las fuerzas británicas en Neheim, acercándose peligrosamente a la represa del Möhnesee. Esto llevó a que se solicitara a los altos mandos de la Wehrmacht una mejor protección de la presa, enfatizando su importancia estratégica. 

También se hizo una propuesta para limitar el riesgo para la población, bajando el nivel del agua, sin embargo, ninguna se tomó en consideración, argumentando que la presa no podría ser destruida con un bombardeo.

El motivo para este rechazo es que, según las estimaciones realizadas por los expertos militares alemanes, un ataque con bombas convencionales únicamente causaría unos daños estructurales en la presa con una profundidad máxima de 7 metros, lo que provocaría una inundación considerable pero ninguna catástrofe.

A pesar de ello finalmente se decidió tomar medidas para la defensa ante un posible ataque aliado en Möhnetalsperre, aunque los preparativos fueron deficientes y otras presas del Ruhr como Eder y Sorpetalsperre apenas contaron con ninguna defensa.

Las medidas de defensa cambiaron continuamente, no existía ningún plan de emergencia, y solo se contaba con un deficiente sistema de alerta por el que un guardia debía llamar a un centro de control en la oficina de correos situado en la ciudad de Soest. A partir de este primer aviso, las comunidades afectadas serían contactadas telefónicamente.

En 1937, antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea Británica ya había comenzado a hacer planes para destruir las represas en Alemania en caso de una posible guerra con la Alemania nazi. Con este propósito, el ingeniero británico Barnes Wallis desarrolló a partir de 1938 un tipo especial de bomba rodante, ya que las bombas convencionales no eran adecuadas. Esta nueva bomba debía saltar primero sobre la superficie del agua, hundirse justo antes de la pared de la barrera y explotar a unos 9 metros de profundidad, donde las paredes de la presa son más débiles.

Bomba rodante británica para destruir presas en la Segunda Guerra Mundial

Con el conflicto en pleno desarrollo, en 1942 Wallis presentó a los altos mandos de la RAF un plan detallado con su nueva bomba rodante. El plan fue aprobado, siendo denominado "Operation Chastise" (Operación Castigo). El objetivo era interrumpir el suministro de agua e indirectamente el suministro de energía en el área del Ruhr, asestando así un duro golpe a la industria de producción de acero y a la industria armamentística alemana. Con la paralización de la industria del Ruhr, se confiaba en que la guerra pudiera acortarse sustancialmente. En el ataque aliado no se esperaba una alta cifra de bajas civiles, sin embargo la posibilidad fue tácitamente aceptada por los altos mandos británicos.

Para atacar las presas se formó al escuadrón 617 de la RAF, apodado "Dambusters", bajo el mando del comandante Guy Gibson. La Operación Chastise se encuadraba dentro de la primera batalla del Ruhr, como parte de una ofensiva aérea contra ciudades como Dortmund, Duisburgo o Bochum que fueron bombardeadas previamente. 

Avión británico con una bomba rodante
Durante la primavera de 1943, toda el área alrededor de la presa del Möhnesee fue explorada casi diariamente por aviones de reconocimiento. Poco antes del ataque, la represa se encontraba llena por la inundación de primavera, lo que aumentaba las posibilidades de éxito.

En la tarde del 16 de mayo de 1943 se lanzaron desde la base militar británica de Scampton varias oleadas 19 bombarderos del tipo Avro 683 Lancaster, protegidos por varios aviones escolta. Cada bombardero llevaba en su interior una bomba rodante. El objetivo era la destrucción de las seis presas principales del Ruhr: Möhne, Sorpe, Diemel, Henne, Lister y Edertalsperre.

Varios aviones aliados se perdieron debido al fuego enemigo al atravesar territorio alemán, y los bombarderos que lo consiguieron llegaron poco después de la medianoche cerca del lago, reagrupándose sobre el bosque de Arnsberg en una noche de luna llena sin nubes.

El primer ataque lo realizó el comandante del escuadrón, Guy Gibson, pero no tuvo éxito. El segundo avión fue alcanzado por un cañón antiaéreo, cayendo la bomba por encima del muro de hormigón, destruyendo la central eléctrica ubicada allí, y estrellándose finalmente el avión en la zona.

Tras otros ataques fallidos, las defensas alemanas se quedaron prácticamente sin munición, y en el quinto ataque, una de las bombas explotó a las 00:45 del 17 de mayo de 1943 en medio de la pared de hormigón de la presa del Möhnesee, abriendo un enorme agujero de 30 metros que poco después se ampliaría hasta los 76 metros.

Una hora después, los bombarderos destruyeron también el muro de contención de la presa del Eder. El ataque al Sorpetalsperre causó daños menores, mientras que los ataques al resto de las presas del Ruhr no alcanzaron sus objetivos.

Fotografía de la rotura de la presa del Möhne en 1943
Los mayores daños fueron los causados por la destrucción de la presa Möhnesee, pasando a conocerse popularmente como "La catástrofe del Möhne" (Möhnekatastrophe). Debido a la presión, el agua se abrió paso entre la brecha del muro con una gran fuerza, creando una ola de 12 de metros de altura que se desplazó por el valle a 25 kilómetros por hora.

El agua llegó primero al pequeño pueblo de Günne, arrancando árboles , destruyendo las casas, y acumulando escombros que siguieron recorriendo el valle con la riada. A cinco kilómetros de la presa la marea llegó al antiguo monasterio Himmelpforten, matando al pastor local y a varios residentes que vivían en una granja cercana. La iglesia barroca pudo soportar la presión del agua durante unos minutos antes de derrumbarse.

En la aldea de Niederense, la estación de tren, una central eléctrica y un aserradero fueron destruidos. Las marea de agua fue tan fuerte que abrió parte del fondo del valle debajo de la aldea, creándose con el tiempo un nuevo lago en la zona (reserva natural Niederense). En ese momento la ola tenía aún 10 metros de altura, arrasando árboles, rocas, el ganado y todo lo que estaba en su camino.

En la ciudad de Neheim se llegó a dar una alarma nocturna ya que algunos residentes habían escuchado el fuego antiaéreo procedente de la dirección del lago. Varias personas se refugiaron en sótanos donde muchos quedaron posteriormente atrapados por el agua.

La estación de policía local recibió una advertencia no oficial sobre la marea que se avecinaba, pero no le dieron validez, ni tampoco se tomaron en serio las llamadas de particulares avisando de lo mismo. Según el protocolo establecido, el servicio de seguridad en la presa debía de informar telefónicamente al departamento de policía local si había algún problema.

Sin embargo, durante el ataque británico, parte de las líneas telefónicas fueron destruidas, por lo que inicialmente no se pudo dar ninguna advertencia oficial. El guardia tuvo que buscar otro teléfono para llegar al centro de control. Cuando finalmente llamó a Neheim, ya habían pasado 25 minutos, y la marea estaba prácticamente a las puertas de la ciudad.

Daños causados por la inundación tras la catástrofe del Möhne - 1943
Según declararon los supervivientes, el sonido que produjo era el de una locomotora acercándose, que se mezclaba con los gritos desesperados de "¡Viene el agua!". En el campo de trabajos forzados de Möhnewiesen se produjo el pánico. Algunos de los barracones (aunque no todos) fueron abiertos para que los presos pudieran escapar. Varios trabajadores lograron escalar las vallas y escapar (la puerta del campamento permaneció cerrada). Los supervivientes del campo fueron los que consiguieron llegar a terrenos más altos, mientras que otros corrieron por el pánico en la dirección equivocada y murieron.

El campo de Möhnewiesen acabó completamente inundado por el agua, y muchos de los barracones fueron llevados por la corriente, flotando con la riada hasta que se destruyeron al chocar contra los pilares del puente de Möhne. Posteriormente se encontraron cuerpos dispersos de trabajadores forzados en Schwerte, a casi 50 kilómetros de distancia.

Cuando la ola llegó a la 1:20 de la madrugada a Neheim, pilló a los habitantes prácticamente desprevenidos, arrasando la ciudad a su paso, tanto las casas como las fábricas de los alrededores. Al igual que sucedió en el campo de trabajos forzados, los que consiguieron llegar a las partes más altas de la ciudad fueron los que se salvaron. Para el resto de habitantes fue un trampa mortal, especialmente para los ciudadanos que se habían refugiado en sótanos.

El torrente de agua llegó al puente de Möhne, donde la cantidad de escombros acumulados por la marea se atascaron. Debido a la presión, el puente de hormigón armado también fue destruido. El gran edificio del Volkshalle, que se encontraba cerca del puente albergando prisioneros de guerra franceses, acabó completamente inundado, muriendo todos los prisioneros.

La ciudad de Neheim tras la catástrofe de la presa del Möhne
La marea llegó hasta una pequeña represa que se encontraba a unos pocos cientos de metros más abajo en el valle. Parte del agua comenzó a fluir hacia atrás, extendiéndose por todo el valle del Ruhr, elevándose el nivel de la inundación en Neheim y manteniéndose durante horas hasta por la mañana, cuando comenzaron a retirarse las aguas y se pudo ver la desoladora imagen de la destrucción casi total.

Tras la inundación, comenzó en Neheim la búsqueda de heridos y la recuperación de los muertos. Los cadáveres difícilmente reconocibles fueron llevados a la iglesia de Johanneskirche para ser identificados allí. Los trabajadores forzosos que resultaron muertos fueron enterrados en fosas comunes en el cementerio de Möhnefriedhof.

La corriente de agua también llegó a otras ciudades situadas mucho más abajo en el valle, causando muertes en lugares como Wickede, Fröndenberg y Hagen. En Wickede, el agua llegó aproximadamente a las 2 de la madrugada, inundando la ciudad casi por completo. Allí, la advertencia oficial del centro de control también llegó demasiado tarde, aunque habían pasado aproximadamente 1,5 horas desde la destrucción de la presa, causando más de 100 muertos y dejando a 900 personas sin hogar.

En Fröndenberg el agua llegó aproximadamente una hora después, a las 3 de la madrugada. En este caso la advertencia llegó a tiempo y los habitantes subieron a terrenos elevados para observar, sin poder hacer nada, como una ola que aún tenía una altura de cuatro metros, inundaba su ciudad. Río abajo, en Schwerte, a unos cincuenta kilómetros de la presa, la inundación llegó a las 5 de la madrugada, y aunque se produjeron pocas víctimas debido a que los habitantes ya habían sido avisados, varias personas murieron confiadas en que el agua apenas tendría ya fuerza. Otras localidades afectadas fueron Herdecke, Witten, Hagen, y Hattingen, donde finalmente la marea ya había disminuido significativamente.

El agujero en la presa del Möhne tras explotar la bomba
Acabada la inundación, comenzaron las labores de reparación y el recuento de víctimas. Varias organizaciones de la Wehrmacht, bomberos, asistencia técnica de emergencia, y también organizaciones nazis, participaron en los primeros días tras la catástrofe para prestar asistencia. Con relativa rapidez, los suministros de electricidad y agua se restauraron provisionalmente.

Durante el ataque, 54 miembros de la Royal Air Force murieron. El número total de víctimas tras la catástrofe del Möhne es estimado, ya que no se encontraron muchos cuerpos. Particularmente incierto es el número de trabajadores forzosos que murieron ya que no hay registros de cuántos prisioneros albergaba en realidad el campamento.

Las cifras oficiales indicaban que en Neheim murieron 859 personas. Entre ellos se encontraban 147 alemanes y 712 extranjeros. 118 personas murieron en Wickede, 21 personas en Fröndenberg y 25 personas en Himmelpforten. El número total de muertos tras la catástrofe se estimó en 1348 personas, aunque algunos medios publicaron la cifra de 1579 víctimas, entre las que había 1020 trabajadores forzados y prisioneros de guerra.

La destrucción material fue además considerable. Más de 1000 casas, 120 fábricas, 30 granjas, 9 puentes ferroviarios, 7 puentes de carreteras, varias centrales eléctricas, obras hidráulicas e instalaciones de infraestructura similares fueron totalmente arrasadas. A esto se sumaron la muerte de una gran cantidad de animales.

Fotografía aéra de la inundación del valle a 13 kilómetros de la presa del Möhne
A pesar de la masiva destrucción, la Operación Chastise no logró sus objetivos. Hubo inevitablemente pérdidas en la producción de parte de la industria del Ruhr, pero en realidad no se sufrieron daños sustanciales en la industria, y para finales de julio la producción armamentística de la zona ya había vuelto a la normalidad.

Uno de los motivos fundamentales para esta recuperación relativamente rápida, fue que los británicos habían sobreestimado la importancia del Möhnetalsperre para el suministro de agua del área del Ruhr. También jugó un papel importante que presas como el Sorpetalsperre no fueron destruidas. Incluso en Neheim, donde las fábricas resultaron más dañadas, reanudaron la producción después de poco tiempo. Una de las consecuencias directas del ataque británico fue que el propio Albert Speer dio órdenes precisas para la coordinación de la reconstrucción y la planificación de una mejor protección de esta zona industrial.

La reacción inicial de los altos mandos del Tercer Reich fue intentar minimizar el asunto. Tras inspeccionar los daños el 19 de mayo de 1943, Karl-Friedrich Kolbow, gobernador de Westfalia en la época, escribió a la dirección del Reich para informar de la catástrofe. El alto mando alemán sin embargo consideró que no eran tan grandes, y solo cuando la prensa británica comenzó a calificar el ataque como un gran éxito, el propio Goebbels se vio obligado a emitir un comunicado oficial para explicar la situación.

Goebbels estaba convencido de que el ataque británico había podido llevarse a cabo debido a alguna traición dentro del propio Reich, ya que no encontraba otra explicación para que la Fuerza Aérea británica hubiera podido orientarse y golpear de forma tan efectiva en territorio alemán.

Preocupados por la moral y el estado de ánimo de la población, las autoridades prohibieron el acceso al área afectada, así como cualquier fotografía o filmación de la zona. El objetivo era realizar una rápida reconstrucción de la forma más secreta posible. Se dio instrucciones a algunos medios de prensa para que minimizaran los daños, publicándose informaciones como: "Las débiles fuerzas aéreas británicas entraron en el territorio del Reich y lanzaron una pequeña cantidad de bombas explosivas en algunos lugares. Dos represas resultaron dañadas y el torrente entrante causó varias víctimas civiles. Ocho de los aviones atacantes fueron derribados y otros nueve aviones enemigos fueron destruidos". Los nombres de las represas afectadas no llegaron a nombrase.

La reconstrucción de la presa Möhnetalsperre
Otras oficinas de prensa recibieron instrucciones de no informar sobre el desastre. Comenzaron a correr rumores entre la población de que la cifra de muertos era de hasta 30.000, por lo que la agencia de noticias alemana publicó una nota oficial donde se informaba de manera tranquilizadora que la cifra de muertos era inferior a la esperada, 370 alemanes muertos y 341 prisioneros de guerra.

La propaganda nazi publicó también un supuesto comunicado de prensa británico, según el cual un judío emigrado había facilitado a los británicos información detallada de los objetivos. Nunca se supo si esta información era real, un error, o si era un mensaje falsificado por el Ministerio de Propaganda nazi, pero en todo caso Goebbels utilizó el informe para lanzar una campaña antisemita. En la prensa alemana se informó que "el verdadero autor del desastre había sido desenmascarado", acusando directamente a los judíos como los responsables.

La presa del Möhnesee (Möhnedamm) fue reconstruida en unos pocos meses, empleando para ello a entre 2000 y 4000 trabajadores, la mayoría de ellos extranjeros, que trabajaron para reparar los daños en tres turnos. El 3 de octubre de 1943 la presa volvía a estar en funcionamiento, manteniéndose hasta la actualidad.

La catástrofe del Möhne es uno de esos episodios de la historia que cayeron casi en el olvido y es de hecho un suceso muy poco conocido de la Segunda Guerra Mundial (incluso para los propios alemanes), a pesar de ser uno de los episodios más trágicos de la historia de Westfalia. En la zona de la tragedia sin embargo se ha mantenido el recuerdo, realizándose periódicamente eventos conmemorativos, y levantándose varios monumentos por todo el valle. Entre ellos destaca el inaugurado el 17 de mayo de 2015 en la propia presa del Möhnesee, como homenaje a las víctimas de la catástrofe ocurrida en la noche del 17 de mayo de 1943.

La presa del Möhnesee en la actualidad


Revolviendo el cajón de la historia

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