Se conoce como la gran inundación de China de 1931 a una serie de devastadoras inundaciones que tuvieron lugar en la zona central de China durante el verano de 1931.
Esta catástrofe natural afectó a más de 52 millones de personas, inundando un área del tamaño de Gran Bretaña, siendo considerada la mayor inundación de la historia que se tiene documentada y uno de los desastres naturales más mortíferos registrados. Aunque no existen datos oficiales de las muertes causadas, se estima que en las inundaciones de China de 1931 murieron cerca de 2 millones de personas.
Este evento natural se describe generalmente como la inundación de Yangzi-Huai (Jiang-Huai shuizai), sin embargo el desastre no se limitó a estos dos ríos. El río Amarillo (Huang He) y el Gran Canal de China (Gran Canal Pekín-Hangzhou) también sufrieron grandes inundaciones, denominándose habitualmente por ello como las inundaciones del río amarillo de 1931.
Las grandes inundaciones en la región de Yangzi han sido una constante en la historia de la China Central desde hace siglos. La deforestación, la construcción de diques y la transformación del paisaje por la acción del hombre, son factores que han causado que cada cierto tiempo, en esta región de china se produzcan devastadora inundaciones. Entre ellas se encuentran algunas de las inundaciones más mortíferas que ha habido en el planeta, como la del río Yangtsé de 1911, la gran inundación del río Amarillo de 1887 (la segunda peor inundación de la historia) o la gran inundación de China de 1931, la inundación más mortífera de la historia.
Entre 1928 y 1930 se produjo una gran sequía que afectó a gran parte de la zona central de China. A finales de 1930 el clima cambió radicalmente y comenzaron a producirse potentes tormentas de nieve durante el invierno, seguidas por el deshielo de la primavera y unas fuertes lluvias que aumentaron significativamente los niveles de los ríos.
Las precipitaciones más fuertes se produjeron durante los meses de julio y agosto de 1931, dándose también una inusual actividad ciclónica. Hasta nueve ciclones golpearon la región durante el verano, cuando lo habitual son dos ciclones en todo el año.
En agosto de 1931, una de las regiones más pobladas del planeta estaba bajo el agua. Solo en esta primera fase de la inundación se ahogaron cerca de 150.000 personas. La mayoría de las zonas arrasadas por el agua eran comunidades muy pobres, con viviendas muy vulnerables ante una catástrofe de tal magnitud. A los que consiguieron sobrevivir a la inundación inicial, se enfrentaron a una crisis de subsistencia, ya que las cosechas y los alimentos almacenados habían sido arrastrados por el agua. A las pérdidas de vidas humanas se sumaron unas pérdidas económicas incalculables.
El hambre y la desnutrición afectaron a las comunidades afectadas por las inundaciones, pero el peligro más mortífero estaba por llegar, las enfermedades. El desplazamiento de la población y la destrucción de los sistemas de saneamiento proporcionaron las condiciones perfectas para que se desarrollaran los virus y los microbios patógenos.
Se produjo una enorme crisis de refugiados que incluso en un país como China, ya habituado a este tipo de catástrofes naturales, no pudieron hacer frente. En toda la zona del desastre se calcula que el 40% de la población afectada se vio obligada a abandonar sus hogares. En el sur de Anhui, hasta un 61% de la población se convirtió en refugiados.
Algunos supervivientes permanecieron en las laderas cercanas, mientras que otros se dirigían a las ciudades en busca de refugio y comida. Sin embargo, el impacto de la inundación era de tal magnitud, que ni las grandes ciudades podían ofrecer seguridad a los refugiados desplazados desde las zonas rurales.
Las inundaciones del río Yangtsé y el río Huai llegaron también a Nankín (antigua capital de China), causando daños catastróficos. Con todos los sistemas de saneamiento destruidos y los refugiados apiñados en las pocas zonas secas que quedaban, comenzaron a aparecer rápidamente enfermedades mortales como la disentería, la fiebre tifoidea o el cólera, diezmando tanto a ciudadanos rurales como urbanos.
Otras enfermedades, como el sarampión y la viruela, proliferaron debido al hacinamiento generalizado. La inundación también proporcionó un hábitat perfecto para los mosquitos, lo que dio lugar a un brote de malaria que mató a cerca de 300.000 personas.
Regiones y ciudades como Hubei, Hunan, Jiangxi, Wuhan o Chongqing también resultaron gravemente afectadas. Solo en Wuhan, más de 400.000 personas se quedaron si hogar. Se registraron marcas de agua a una altura de récord, por encima de los 16 metros sobre el nivel habitual de las aguas.
En total, las enfermedades relacionadas con las inundaciones causaron el 70% de las muertes entre las familias rurales, y el 87% de las muertes en los campamentos de refugiados. Aunque no hay cifras exactas de la mortalidad causada por las inundaciones de China en 1931, la cifra más aproximada estima en 2 millones de muertes causada por las inundaciones, con fuentes que amplían la cifra hasta 4 millones de personas.
Tras el desastre, el gobierno chino creó organizaciones como la "Comisión de Conservación del Río Huai" para abordar los problemas de inundaciones. Sin embargo, debido a la falta de fondos, al comienzo de la Segunda Guerra Sino-Japonesa (Segunda guerra sino-japonesa) y la subsiguiente Guerra Civil China, las diversas comisiones sólo pudieron construir pequeñas represas a lo largo del río Yangtsé.
Posteriormente, en 1953, tras el final de la Guerra Civil y con el Partido Comunista en el gobierno de China, Mao Zedong viajó al río Yangtsé para promover el proyecto de la presa de las Tres Gargantas, con el objetivo de controlar las inundaciones. El proyecto sin embargo estuvo parado durante varias décadas principalmente por la falta de recursos (con las consiguientes inundaciones periódicas en la región).
Finalmente, este proyecto se reanudó en la década de 1980 y la represa hidroeléctrica de las Tres Gargantas comenzó a funcionar plenamente en 2012, convirtiéndose en la planta hidroeléctrica más grande del mundo tanto en tamaño como en términos de capacidad instalada (22.500 MW).
Esta catástrofe natural afectó a más de 52 millones de personas, inundando un área del tamaño de Gran Bretaña, siendo considerada la mayor inundación de la historia que se tiene documentada y uno de los desastres naturales más mortíferos registrados. Aunque no existen datos oficiales de las muertes causadas, se estima que en las inundaciones de China de 1931 murieron cerca de 2 millones de personas.
Este evento natural se describe generalmente como la inundación de Yangzi-Huai (Jiang-Huai shuizai), sin embargo el desastre no se limitó a estos dos ríos. El río Amarillo (Huang He) y el Gran Canal de China (Gran Canal Pekín-Hangzhou) también sufrieron grandes inundaciones, denominándose habitualmente por ello como las inundaciones del río amarillo de 1931.
Las grandes inundaciones en la región de Yangzi han sido una constante en la historia de la China Central desde hace siglos. La deforestación, la construcción de diques y la transformación del paisaje por la acción del hombre, son factores que han causado que cada cierto tiempo, en esta región de china se produzcan devastadora inundaciones. Entre ellas se encuentran algunas de las inundaciones más mortíferas que ha habido en el planeta, como la del río Yangtsé de 1911, la gran inundación del río Amarillo de 1887 (la segunda peor inundación de la historia) o la gran inundación de China de 1931, la inundación más mortífera de la historia.
Entre 1928 y 1930 se produjo una gran sequía que afectó a gran parte de la zona central de China. A finales de 1930 el clima cambió radicalmente y comenzaron a producirse potentes tormentas de nieve durante el invierno, seguidas por el deshielo de la primavera y unas fuertes lluvias que aumentaron significativamente los niveles de los ríos.
Las precipitaciones más fuertes se produjeron durante los meses de julio y agosto de 1931, dándose también una inusual actividad ciclónica. Hasta nueve ciclones golpearon la región durante el verano, cuando lo habitual son dos ciclones en todo el año.
En agosto de 1931, una de las regiones más pobladas del planeta estaba bajo el agua. Solo en esta primera fase de la inundación se ahogaron cerca de 150.000 personas. La mayoría de las zonas arrasadas por el agua eran comunidades muy pobres, con viviendas muy vulnerables ante una catástrofe de tal magnitud. A los que consiguieron sobrevivir a la inundación inicial, se enfrentaron a una crisis de subsistencia, ya que las cosechas y los alimentos almacenados habían sido arrastrados por el agua. A las pérdidas de vidas humanas se sumaron unas pérdidas económicas incalculables.
El hambre y la desnutrición afectaron a las comunidades afectadas por las inundaciones, pero el peligro más mortífero estaba por llegar, las enfermedades. El desplazamiento de la población y la destrucción de los sistemas de saneamiento proporcionaron las condiciones perfectas para que se desarrollaran los virus y los microbios patógenos.
Se produjo una enorme crisis de refugiados que incluso en un país como China, ya habituado a este tipo de catástrofes naturales, no pudieron hacer frente. En toda la zona del desastre se calcula que el 40% de la población afectada se vio obligada a abandonar sus hogares. En el sur de Anhui, hasta un 61% de la población se convirtió en refugiados.
Algunos supervivientes permanecieron en las laderas cercanas, mientras que otros se dirigían a las ciudades en busca de refugio y comida. Sin embargo, el impacto de la inundación era de tal magnitud, que ni las grandes ciudades podían ofrecer seguridad a los refugiados desplazados desde las zonas rurales.
Las inundaciones del río Yangtsé y el río Huai llegaron también a Nankín (antigua capital de China), causando daños catastróficos. Con todos los sistemas de saneamiento destruidos y los refugiados apiñados en las pocas zonas secas que quedaban, comenzaron a aparecer rápidamente enfermedades mortales como la disentería, la fiebre tifoidea o el cólera, diezmando tanto a ciudadanos rurales como urbanos.
Otras enfermedades, como el sarampión y la viruela, proliferaron debido al hacinamiento generalizado. La inundación también proporcionó un hábitat perfecto para los mosquitos, lo que dio lugar a un brote de malaria que mató a cerca de 300.000 personas.
Regiones y ciudades como Hubei, Hunan, Jiangxi, Wuhan o Chongqing también resultaron gravemente afectadas. Solo en Wuhan, más de 400.000 personas se quedaron si hogar. Se registraron marcas de agua a una altura de récord, por encima de los 16 metros sobre el nivel habitual de las aguas.
En total, las enfermedades relacionadas con las inundaciones causaron el 70% de las muertes entre las familias rurales, y el 87% de las muertes en los campamentos de refugiados. Aunque no hay cifras exactas de la mortalidad causada por las inundaciones de China en 1931, la cifra más aproximada estima en 2 millones de muertes causada por las inundaciones, con fuentes que amplían la cifra hasta 4 millones de personas.
Tras el desastre, el gobierno chino creó organizaciones como la "Comisión de Conservación del Río Huai" para abordar los problemas de inundaciones. Sin embargo, debido a la falta de fondos, al comienzo de la Segunda Guerra Sino-Japonesa (Segunda guerra sino-japonesa) y la subsiguiente Guerra Civil China, las diversas comisiones sólo pudieron construir pequeñas represas a lo largo del río Yangtsé.
Posteriormente, en 1953, tras el final de la Guerra Civil y con el Partido Comunista en el gobierno de China, Mao Zedong viajó al río Yangtsé para promover el proyecto de la presa de las Tres Gargantas, con el objetivo de controlar las inundaciones. El proyecto sin embargo estuvo parado durante varias décadas principalmente por la falta de recursos (con las consiguientes inundaciones periódicas en la región).
Finalmente, este proyecto se reanudó en la década de 1980 y la represa hidroeléctrica de las Tres Gargantas comenzó a funcionar plenamente en 2012, convirtiéndose en la planta hidroeléctrica más grande del mundo tanto en tamaño como en términos de capacidad instalada (22.500 MW).
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