A finales del siglo XVI se intensificaron las cazas de brujas por toda Europa llegando hasta las islas británicas, un lugar en el que hasta entonces no se había producido ningún proceso por brujería. Una de las causas fundamentales fue un suceso que le ocurrió al rey Jacobo VI de Escocia (posteriormente se convertiría en Jacobo I de Inglaterra) quien hasta entonces había sido bastante indulgente con la brujería.
En 1589, su futura esposa Ana de Dinamarca ponía rumbo a Escocia para celebrar el matrimonio con Jacobo VI, sin embargo, en el viaje sufrieron terribles tormentas llevando su barco a las costas noruegas. El rey se dirigió allí y finalmente se casaron en Oslo. Tras visitar Dinamarca, el matrimonio navegó de vuelta a Escocia en mayo de 1590 siendo azotados nuevamente por fuertes tormentas. El almirante de la flota danesa culpó de las tormentas a la esposa de un alto funcionario en Copenhague al que había insultado y se acusó además a varios nobles de la corte escocesa.
Se celebraron varios juicios por brujería en Dinamarca por este motivo en los que una de las primeras acusadas fue Anna Koldings, quien bajo tortura acabó dando el nombre de otras cinco mujeres. Todas ellas se confesaron culpables de brujería intentado amenazar el viaje real con tormentas y enviando demonios para que subieran a la quilla del barco. Anna Koldings fue declarada culpable y quemada en la hoguera por bruja junto con otras doce mujeres en Kronborg, Copenhague.

En ese mismo año, 1590, una joven sirviente, Gilly (Gellie) Duncan, de la pequeña ciudad de Tranent cerca de Edimburgo, fue acusada de brujería tras haber sido arrestada por realizar unas curaciones que se consideraron milagrosas y que únicamente podían ser obra de una bruja.
A pesar de que Gellie inicialmente se negó a confesar ningún trato con el diablo, tras una tortura prolongada y de descubrir en su cuello "la marca del diablo" confesó ser una bruja y haber vendido su alma. Además bajo nuevas torturas nombró a varios cómplices que participaban en los aquelarres y que hasta entonces eran miembros respetables de la comunidad como James (John) Fian, maestro de la escuela local; Agnes Sampson, una partera y sanadora del pueblo; o Francis Stewart, conde y primo del rey. Tras ser encerrada, Gellie Duncan acabó acusando en total a más de 70 personas y acabó siendo condenada a morir en la hoguera.

Una de las acusadas, Agnes Tompson, detalló un aquelarre en el que participaron más de 200 personas en la iglesia de North Berwick, en el denominado Auld Kirk Green. Según relató, el diablo les enseño a usar hechizos para crear una gran tormenta que acechara el barco del rey Jacobo y la reina Ana.

El rey Jacobo VI tenía un interés personal en estos juicios por brujería de Berwick, sin embargo pensaba que la mayoría de las historias eran exageradas. Esto supuestamente cambió cuando una de las acusadas, Agnes Sampson, pudo hablar con él y al parecer le dijo las mismas palabras que había tenido con su esposa en una conversación durante la noche de bodas. El rey lo consideró una prueba irrefutable de que las tormentas habían sido obra de la brujería.

No está documentado lo que sucedió con todos los acusados, aunque sin duda la mayoría de ellos fueron condenados a morir quemados en la hoguera por brujería. Cuando fue publicado el panfleto News from Scotland, algunos de ellos permanecían aún en prisión. El rey Jacobo VI de Escocia se comprometió con la causa de acabar con la brujería en su país, publicó unos años después, en 1597, un compendio de tres libros de demonología conocido como Daemonologie, en el que aprueba y apoya la caza de brujas en el país. El libro, de Dominio Público, se puede leer online gracias al proyecto Gutenberg: Daemonologie. by King of England James I
Las brujas de Berwick son los juicios por brujería más famosos de la historia de Escocia por ser los primeros, posteriormente se producirían muchos más. Jacobo VI de Escocia ascendió en 1603 al trono de Inglaterra como Jacobo I y gobernó ambos países endureciendo las leyes por brujería. Durante los siguientes años siguieron realizándose cazas de brujas hasta principios del siglo XVIII, cuando en 1722 se produjo la última ejecución de una mujer acusada de brujería en Sutherland, al norte de Escocia. Se estima que entre los años 1590 y 1722, aproximadamente entre 3.000 y 4.000 personas en Escocia fueron acusadas de brujería y ejecutadas por brujas, la mayoría de ellas quemadas en la hoguera.
Curiosamente, no hay que remontarse tan atrás para encontrar en Escocia a la última acusada de brujería. En 1944, Helen Duncan (una médium escocesa) fue encarcelada por la ley de brujería de 1735 y condenada a 9 meses de prisión por intentar hablar con el espíritu de un marinero muerto. Esta Ley de Brujería de 1735 fue finalmente derogada en 1951.